Con amor por nuestros difuntos los hemos visitado para orar por ellos y recordarlos. Es una costumbre cristiana arraigada. Sabemos que en nuestros cementerios descansan sus cuerpos, pero su alma, la persona, espera la resurrección final, que es la vida en plenitud que esperamos. Este mes nos llama a reavivar nuestra fe en la vida eterna, que es la comunión definitiva con Dios y que no tiene fin. Es ver a Dios cara a cara, que, como dice San Pablo,…