El pasado 19 de marzo, Solemnidad de San José, Patrono de la Iglesia, Mons. Juan Ignacio González entregó, de modo oficial, sus Orientaciones para la Misión Diocesana 2009 – 2010. Con este documento de trabajo, se acoge y concreta, en nuestra Iglesia diocesana, el llamado de los Obispos en la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe celebrada en el 2007 en Aparecida, Brasil, para dar un nuevo impulso a la evangelización de nuestro continente y de cada una de las realidades eclesiales presentes en él. En este artículo se pretende presentar, de modo sintético, para conocimiento de los fieles, los contenidos fundamentales de este documento.
La Misión Continental se desarrollará en la diócesis en tres etapas que son:
1) La primera que puede llamarse de conversión y crecimiento en el amor a Dios y a la Iglesia de quienes tiene la responsabilidad de conducir los procesos pastorales y los medios necesarios para que la gracia de Cristo alcance al pueblo de Dios.
2) La segunda será el trabajo con grupos prioritarios de nuestras comunidades
3) La tercera será la misión territorial.
El documento de trabajo que nos ha entregado nuestro Obispo se refiere a esta Primera Etapa (2009 – 2010), y en el documento se define como. “un tiempo de sensibilización de los agentes pastorales con la necesidad de ser más profundamente discípulos y misioneros del Señor en Iglesia. Es esta primera etapa la que se propone al estudio y reflexión de los agentes pastorales en este documento, para que una vez asimilada – con la ayuda de la gracia – en estas instancias eclesiales, podamos dar paso a un trabajo misionero hacia fuera”; es, por así decirlo, un tiempo “ad intra” – hacia dentro de la misma comunidad eclesial. En el documento se señala que “quienes deben conducir este proceso de sensibilización de nuestra vida como discípulos y misioneros del Señor, son los Ministros Sagrados, el Obispo y los sacerdotes, particularmente quienes tienen el encargo pastoral de guiar y ser pastores y maestros en nuestras comunidades y parroquias”.
Si nos preguntamos por el sentido de estas Orientaciones, el mismo documento nos da la respuesta al afirmar:
a) Los destinatarios de las ellas: “dirigido especialmente a los sacerdotes, religiosos y religiosas y agentes pastorales de nuestras parroquias, comunidades y grupos católicos, que por cualquiera razón se unen y trabajan en la viña del Señor en nuestra diócesis de San Bernardo”
b) El modo de proceder: “por esta razón las presentes orientaciones deben ser estudiadas primeramente por los Párrocos y sus vicarios, y luego en conjunto con los fieles laicos que trabajan en las diversas actividades pastorales de la parroquia, comunidad cristiana, colegio o grupo, con el fin de adecuar las iniciativas propuestas u otras nuevas, al objetivo esencial de esta primera etapa de la misión: crear entre los que trabajan pastoralmente en la Iglesia una mayor conciencia de su propia llamada a la santidad y la necesidad de una vida de la gracia mas intensa por medio de los sacramentos, la oración y la penitencia”
Estas Orientaciones nacen del convencimiento de que: “La Iglesia en nuestro continente quiere volver a poner en el centro de su vida la Persona y las enseñanzas de Jesús, pues tiene el firme convencimiento de sólo la Verdad que viene del Hijo de Dios hecho hombre, puede salvar al mundo y a cada uno, y hacer de nuestra sociedad un mundo mas justo. «Es el propio Jesús quien nos enseña que la verdadera vía de salvación consiste en conformar nuestra voluntad a la voluntad de Dios. Es exactamente lo que pedimos en la tercera invocación de la oración del Padre Nuestro: que sea hecha la voluntad de Dios, así en la tierra como en el cielo, porque donde reina la voluntad de Dios, ahí está presente el reino de Dios. Jesús nos atrae hacia su voluntad, la voluntad del Hijo, y de este modo nos guía hacia la salvación. Yendo al encuentro de la voluntad de Dios, con Jesucristo, abrimos el mundo al reino de Dios» (Benedicto XVI, Homilía a los Obispo del Brasil, 11 de mayo de 2007)”, y de que: “Anunciar el evangelio de Jesús, comunicar la buena nueva que la Iglesia nos propone y enseña requiere ante todo que cada uno de nosotros acepte y ame a Dios por sobre todas las cosas y se haga discípulo del Señor Jesús. Sólo quien acepta ser discípulo de Cristo puede comprender la llamada a ser misionero y vivir anunciando el evangelio con su vida, su palabra y su testimonio”.
En las Orientaciones, nuestro Obispo se pregunta: “¿Qué hemos de hacer como católicos para seguir más de cerca al Señor y hacernos sus discípulos?”, y responde: “Vivir la fe en Jesucristo en la única y verdadera Iglesia fundada por el Señor. Cuál es el camino a seguir para despertar en los cristianos la alegría y la fecundidad de ser discípulos de Jesucristo, celebrando con verdadero gozo el “estar-con-Él” y el “amar-como-Él” para ser enviados a la misión. Salgamos al paso de una afirmación que es común en algunas personas: separar la fe en Jesucristo de la fe en la Iglesia Católica”, y agrega que: “No podemos ser discípulos del Señor si no nos hemos encontrado con Él y si no lo conocemos. Por eso, para el seguimiento de Jesucristo es imprescindible descubrirlo en los lugares de encuentro que Él nos señala. En ellos reconocemos su presencia real, de diversas maneras, la que se hace plena en la Eucaristía”. Si nos preguntamos cuales son esos lugares de encuentro con Jesús, el documento nos señala:
1) La Palabra de Dios, pues: “Toda actividad pastoral debe nutrirse de la Sagrada Escritura y conducir a la Eucaristía”
2) La Sagrada Liturgia: “Como sabemos es la fuente y cumbre de la Iglesia, es lugar de encuentro con Cristo en especial, mediante la celebración de los sacramentos de la fe. Entre ellos, la Santísima Eucaristía es el centro de la vida cristiana, personal y comunitaria. Es “lugar privilegiado del encuentro del discípulo con Jesucristo”
3) La vida en comunidad: “La profundidad y fraternidad con que se vive la experiencia comunitaria en las comunidades eclesiales, sean éstas parroquias, colegios, movimientos de Iglesia o nuevas comunidades, es también lugar de encuentro con el Señor”
4) Los pobres, los marginados y excluidos: “Encontramos a Jesús de un modo especial en la persona de los pobres y marginados de nuestra sociedad. El Papa Benedicto en Brasil nos dijo ‘la opción preferencial por los pobres está implícita en la fe cristológica en aquel Dios que se ha hecho pobre por nosotros, para enriquecernos con su pobreza’ (cf. 2 Co 8,9)”
5) La piedad popular: “En ella se refleja el alma de nuestro pueblo con todo su anhelo de Dios, de oración en familia, de purificación de la vida, de sentido de peregrinación”
6) La presencia de la Cruz en nuestras vidas: “Un inmenso regalo que hemos recibido del Señor es poder darle un sentido salvador al sufrimiento. Por esa razón, el sufrimiento asumido desde la fe adquiere un valor inmenso a los ojos de los hombres y más aún a los ojos de Dios”
7) Todo en la escuela de María: “La fe en la presencia maternal e intercesora de María en nuestra vida es parte esencial de nuestra identidad católica. Ella es “Madre, perfecta discípula y pedagoga de la evangelización”, por eso no se puede entender sin Ella nuestro discipulado misionero”
Hacemos votos, desde estas páginas, para que estas orientaciones penetren hondamente en el alma de todos los que tienen alguna responsabilidad en la edificación del Pueblo de Dios, para que así podamos dar un nuevo impulso a la tarea Evangelizadora, como es el deseo del Papa y de nuestros obispos.
Por Pbro. Heinrich Herborn
Fuente: Departamento Comunicaciones Revista Iglesia en San Bernardo