Benedicto XVI cumple hoy 80 años y aparece a la venta, en las librerías italianas, alemanas y polacas, el primer volumen de su libro Jesús de Nazaret.
El día de su cumpleaños ha querido hacernos un regalo: un libro en el que, a lo largo de 448 páginas, despliega su indiscutible inteligencia y su profunda formación teológica para darnos a conocer su visión del Dios hecho hombre, Jesucristo.
El interés por la figura de Jesús no es nuevo, pero está muy vivo actualmente. Florecen, desde ópticas muy distintas, trabajos de investigación y ensayos. La aportación que hace ahora el teólogo Joseph Ratzinger – y Papa Benedicto XVI- será, sin lugar a dudas, un punto de referencia imprescindible. Más aún si tenemos en cuenta el itinerario seguido a través de sus escritos y reflexiones.
Joseph Ratzinger es un Papa para la posmodernidad. Quienes le conocieron en su época de profesor en las universidades alemanas dan cuenta de su interés por la investigación teológica, en diálogo con las corrientes del pensamiento contemporáneo. Más adelante tuvo que reducir ese trabajo cuando Pablo VI le encomendó la sede episcopal de Munich. Desde entonces, el teólogo y el pastor caminaron siempre juntos. Cuando Juan Pablo II le confió la Congregación para la Doctrina de la Fe, entró de lleno y sin complejos en los debates del mundo actual, buscando siempre la respuesta positiva de la fe y de la razón, unidas. Con este libro, el Papa expone de forma clara la propuesta cristiana en un contexto cultural en que predomina el relativismo. Sería superficial una lectura que lo interpretase como una reivindicación de las épocas pasadas o un lamento ante la desorientación general de nuestra civilización. Se trata, en cambio, de una apuesta en positivo por exponer el mensaje cristiano. Ésta es una constante en su larga trayectoria.
Lo expresó, por ejemplo, a un grupo de periodistas alemanes, tras su viaje a Valencia: su deseo es que el catolicismo no aparezca como un cúmulo de prohibiciones, sino como una opción positiva, un mensaje que los cristianos proponemos al mundo.
Su aportación en el debate intelectual siempre tiene en cuenta la búsqueda de la verdad, leitmotiv de sus clases universitarias y de su propio escudo episcopal cuando fue nombrado arzobispo de Munich, Cooperador de la verdad.
El pensamiento del teólogo Ratzinger es el de un pastor que quiere a las personas y se hace cargo de la complejidad del momento presente en el que viven. Por eso, se siente con ellos interpelado por sus interrogantes, y busca responderlos con rectitud y sencillez. Esta misma sencillez es la que admiraban en él los romanos cuando le veían hacer cada día a la misma hora su breve recorrido a pie desde su casa hasta la Congregación para la Doctrina de la Fe. La misma que afloró en sus labios al pronunciar las primeras palabras como Papa: “Queridos hermanos y hermanas: después del gran Papa Juan Pablo II, los cardenales me han elegido a mí, un sencillo y humilde obrero de la viña del Señor”.
Para Benedicto XVI parece que no hay ninguna dificultad en conjugar altura intelectual con modestia personal. En su autobiografía hace un comentario al respecto, cuando se refiere a su madre con estas palabras: “La luz de su bondad permaneció y para mí se convirtió cada vez más en una demostración concreta de la fe por la que se dejó moldear. No sabría señalar una prueba de la verdad de la fe más convincente que la sincera y franca humanidad que ésta hizo madurar en mis padres y en otras muchas personas que he tenido ocasión de encontrar”.
Este empeño suyo por exponer sencillamente la experiencia de la verdad, que es diametralmente opuesto al pensamiento dominante, nos invita a la reflexión. Ahora, con el nuevo libro que nos regala en su 80. º aniversario, el Papa expresa claramente el mensaje que quiere comunicar a nuestro mundo de hoy. El relativismo posmoderno es un callejón sin salida. Pero existe una vía alternativa, un camino abierto: mostrar sencillamente el verdadero rostro de Jesucristo.
JAUME PUJOL BALCELLS, arzobispo metropolitano de Tarragona (LA VANGUARDIA)