CIUDAD DEL VATICANO, 12 MAY 2009 (VIS).-El Papa se trasladó a las 9,00 de la Explanada de las Mezquitas al Muro Occidental o Muro de las Lamentaciones. Esta pared de 15 metros de alto es un fragmento de la muralla en la que se apoyaba el lado oeste de la explanada del templo.
El rabino jefe leyó un salmo en hebreo y el Santo Padre otro en latín. Después de permanecer unos instantes en silencio, Benedicto XVI dejó entre sus grietas un papel en el que había escrito una oración, como hiciera Juan Pablo II en el 2000.
A continuación, el pontífice se dirigió al Centro “Hechal Shlomo” (residencia de Salomón), llamada así porque recuerda al Templo de Salomón. Es la sede del Gran Rabinato de Israel, que alberga a los grandes rabinos sefardí y ashkenazi de Israel y el Tribunal Supremo Religioso.
El Papa agradeció a los dos rabinos -Shlomo Amar y Yona Metzger- su deseo de “seguir fortificando los vínculos de amistad que la Iglesia católica y el Gran Rabinato se han comprometido con tanta diligencia a que progresara en el último decenio” y aseguró por su parte que profundizará “en la comprensión recíproca y la cooperación entre la Santa Sede, el Gran Rabinato de Israel y el pueblo judío en todo el mundo”.
“Un gran motivo de satisfacción desde el inicio de mi pontificado -aseguró- ha sido el fruto del diálogo actual entre la delegación de la Comisión de la Santa Sede para las relaciones religiosas con los judíos y el Gran Rabinato de la delegación de Israel para las relaciones con la Iglesia católica”.
Tras poner de relieve que la buena voluntad de ambas partes “ha abierto el camino para una colaboración más eficaz en la vida pública”, afirmó que “judíos y cristianos están igualmente interesados en asegurar respeto por la sacralidad de la vida humana, la centralidad de la familia, una válida educación de los jóvenes, la libertad de religión y de conciencia para una sociedad sana. Estos temas de diálogo representan únicamente la fase inicial de lo que esperamos será un sólido, progresivo camino hacia una mayor comprensión recíproca”.
“Al tratar las cuestiones éticas actuales más urgentes -dijo-, nuestras dos comunidades se hallan frente al desafío de empeñar a nivel racional a las personas de buena voluntad, señalándoles simultáneamente los fundamentos religiosos que sostienen mejor los valores morales perennes”.
Benedicto XVI aprovechó esta oportunidad para “repetir que la Iglesia católica está irrevocablemente comprometida en el camino decidido por el Concilio Vaticano II para una reconciliación auténtica y estable entre cristianos y judíos”. Al mismo tiempo, añadió, la Iglesia “desea una mutua comprensión y estima cada vez más profundas tanto mediante los estudios bíblicos y teológicos como mediante los diálogos fraternos”.
“Confío en que nuestra amistad siga siendo un ejemplo de confianza en el diálogo para los judíos y los cristianos de todo el mundo. Fijándonos en los resultados alcanzados hasta el momento, e inspirándonos en las Sagradas Escrituras -concluyó-, podemos tender con confianza a una cooperación más estrecha entre nuestras comunidades -junto con todas las personas de buena voluntad- en la condena del odio y la persecución en todo el mundo”.
Terminada la visita, el Santo Padre se trasladó al Cenáculo.