sanbernardo_3

San Bernardo de Claraval, Patrono de la Diócesis

sanbernardo_3San Bernardo de Claraval , nace en Fontaines el año 1090. Ya de niño profesaba clara devoción a la Virgen María, de quien había luego ser dulcísimo cantor y devotísimo capellán.

Perdida a los diecinueve años su madre, la Virgen María se encargó de adoptarle, protegerle y adoctrinarle a lo largo de la vida, en medio de los peligros de alma y cuerpo que no faltaron.

A la edad de 23 años, junto con otros 30 jóvenes, solicita el hábito monacal y así entra en el Cister para seguir la regla de San Benito.

San Bernardo, aunque forzado por las circunstancias a vivir temporadas enteras fuera del claustro de Claraval, esto no impide en él la más alta contemplación.
La vida interior de San Bernardo, su espiritualidad ascética severa, místicamente deleitosa, se centran en la consideración, imitación y vivencia de los misterios de la santa Humanidad de Cristo.

“El amor de la humanidad de Cristo es el camino para llegar al amor del Verbo, Esposo del alma”.

San Bernardo es el hombre dulce “doctor melifluo”, luchador terrible, es todo palabra y todo silencio. Lleva una vida monástica, apostólica y contemplativa, hombre profundo y recogido, comenta el cantar de los cantares, del amor de Dios, de la gracia y el libre albedrio, de los grados de humildad y del orgullo, y nadie ha cantado con mayor audacia y delicadeza sobre la poesía lirica de Salomón, las misteriosas dulzuras del amor divino, cuando entre el alma y Dios todo es común.

Con razón dice de él Benedicto XV, “San Bernardo es no sólo uno de los que han enseñado en la Iglesia, sino de los que han enseñado a la Iglesia”. Ha enseñado que “La causa de amar a Dios es el mismo Dios. Porque Dios es la causa eficiente y final. El mismo es el que da la ocasión, El, quien hace nos nazca el afecto; El en fin, el que consuma nuestro deseo. El hace que le amemos, o mejor dicho, está hecho para que todos le amen, y El también nos da esperanza de seguir amándole con mayor felicidad y contento, porque si un día no le poseyéramos, le habríamos amado en vano. Su amor previene y premia lo nuestro. Comienza por prevenirnos, porque es sumamente bondadoso; luego nos pide amor por amor, porque es justo y hace que esperemos de Él las más dulces suavidades.

El 20 de agosto de 1153, Asunción de la Virgen y Madre María, muere San Bernardo. Contaba con 63 años, cuarenta de los cuales pasó en el monasterio. Dejaba fundadas nada menos que 163 abadías en diversas naciones europeas y a su muerte, el Cister contaba ya con 363 monasterios. Le canonizó en 1174 Alejandro III, hasta que Pío VIII le concedió el título de Doctor de la Iglesia Universal.

En el Vigésimo segundo Aniversario, la Diócesis se confía a su Santo Patrono y le pedimos que con su piadosa intercesión nos libre de todo peligro, que en cualquier cosa que pensemos hacer, en cualquier cosa que debamos evitar, en cualquier cosa que hayamos de sufrir, en cualquier cosa que debamos desear, digamos de lo intimo del corazón: Tú eres Señor, mi esperanza. Por eso espero el cumplimiento de todas las promesas de mi Dios….

Por Departamento de Comunicaciones