El 14 de enero la Oficina de Prensa Vaticana anunció la beatificación de Juan Pablo II que se llevará a cabo en el Vaticano el 1º de mayo próximo. El cardenal José Saraiva Martins, Prefecto emérito de la Congregación para las Causas de los Santos, explica el significado de este evento:”El Papa Wojtyla tiene mucho que decirle al hombre de hoy. Su pontificado fue un pontificado extraordinario, además de muy cercano al pueblo, a la gente. El Papa Wojtyla era un pastor, y un pastor se encuentra bien cerca de sus ovejas, las ovejas de las que es pastor”.
“Por eso ha sido tan querido por todos, creyentes y no creyentes. Precisamente por este aspecto humano durante su pontificado y continúa todavía siéndolo. Cuando fue el funeral, naturalmente se hizo famosa esa expresión ‘santo subito’: era la voz del pueblo que admiraba a esa persona, admiraba las virtudes de esa persona, del Papa Wojtyla”.
“La beatificación, por lo tanto, cuando se lleve a cabo será un momento muy especial de gozo, no sólo para los cristianos sino creo que un poco para todo el mundo”.
¿Qué recuerdo tiene del Papa Wojtyla?
“Yo tuve la ocasión de estar cerca del Papa Wojtyla por motivos de trabajo. Yo admiré en él, principalmente su profunda fe. Una fe vivida, concreta, existencial, no una fe abstracta, genérica. Una fe que él expresaba mucho, no con la palabra sino con los hechos, con la propia vida. Sucedía por ejemplo que por motivos de trabajo se tenía que ir a visitar al Papa y comer con él. Eran comidas de trabajo. Entonces él antes de ir al comedor hacía una visita al Santísimo en su capilla privada con los invitados. Me llamó mucho siempre la atención el hecho que, cuando estábamos en la capilla, él se arrodillaba y se sumergía en Dios, y no permanecía un segundo o diez sino mucho tiempo, inmerso en Dios. Yo siempre admiraba esa intensidad de la oración del Papa, ese ensimismarse en Dios. Casi como en éxtasis. Verdaderamente para mí era una prueba muy clara de su santidad”.