Declaración del Comité Permanente de la Conferencia Episcopal de Chile
“Los ojos del Señor están fijos sobre sus fieles,
sobre los que esperan en su misericordia” (Sal 32)
1. Nos encontramos en el tiempo de Cuaresma, en que somos invitados a poner toda nuestra vida en una especial unión con el Señor, a convertirnos a su Palabra de amor y de esperanza. Es un tiempo de oración y reflexión profunda, y también un momento solidario, que en Chile se traduce en la campaña Cuaresma de Fraternidad, una cruzada que nos moviliza como comunidad para apoyar a tantos jóvenes en situación de vulnerabilidad.
2. En los primeros días de esta Cuaresma el devastador terremoto y tsunami que afectó a los hermanos y hermanas de Japón, nos ha recordado nuestra realidad sísmica y el dolor aún vivo de la tragedia que vivimos en Chile hace un año. La experiencia vivida el fin de semana pasado en nuestras costas demuestra que somos capaces de emprender en conjunto acciones para proteger nuestra vida, cuidando a los más indefensos y preocupándonos por las poblaciones en mayor riesgo.
3. Otra luz de esperanza que se enciende en este tiempo es la voluntad de amplios sectores de avanzar en decisiones políticas, legislativas y judiciales que permitan encarar esa grave deuda social que constituye la precaria situación de los internos en las cárceles del país. Es un asunto de justicia que quienes han transgredido las normas de convivencia social cumplan las penas que la misma sociedad ha establecido. Pero también es un asunto de justicia asegurar condiciones de vida dignas a las personas privadas de libertad. Y, como hemos planteado en nuestra propuesta con ocasión del Bicentenario, creemos que una sociedad se dignifica cuando obra desde la clemencia y la misericordia en favor de los reclusos y reclusas más ancianos, enfermos y que no revisten mayor peligro para la sociedad. Para los poderes del Estado que, conforme a la Ley determinarán las medidas de estas iniciativas, imploramos sabiduría y generosidad en esta hora.
4. Para la Iglesia, esta Cuaresma ha de ser un tiempo de especial purificación. Las dolorosas situaciones que han causado, con toda razón, escándalo en la comunidad nacional, nos desafían hacia una profunda conversión. Sólo en la transparencia, la justicia y el amor de Cristo hallaremos respuestas a los cuestionamientos y desafíos que surgen de estos lamentables casos de abuso que involucran a consagrados. En comunión con el Santo Padre, nuestra cercanía hacia las víctimas y a las comunidades que más sufren el daño causado, se debe traducir, también, en un compromiso inequívoco de todos en la Iglesia para prevenir que estos hechos se repitan y para actuar, ante ellos, con caridad en la verdad.
5. Junto al salmista proclamamos: “Señor, que tu amor descienda sobre nosotros, conforme a la esperanza que tenemos en Ti”. Él nos otorgue el don de su perdón y nos enseñe a construir una cultura donde impere la justicia, la paz y el perdón.
† Ricardo Ezzati Andrello
Arzobispo de Santiago
Presidente
† Alejandro Goic Karmelic
Obispo de Rancagua
Vicepresidente
† Gonzalo Duarte García de Cortázar
Obispo de Valparaíso
† Horacio Valenzuela Abarca
Obispo de Talca
† Cristián Caro Cordero
Arzobispo de Puerto Montt
Santiago, 17 de marzo de 2011