A las 18,00 de ayer domingo el Papa se trasladó en automóvil al aeropuerto de Lahr, distante 50 kilómetros de Friburgo para emprender el regreso a Italia. En la ceremonia de despedida, presidida por el Presidente Federal Christian Wulff, a quien el Papa dio las gracias nuevamente por su acogida, estuvieron presentes diversos representantes del episcopado alemán, de las autoridades civiles y numerosos fieles.
“Antes de dejar Alemania, quiero dar las gracias por los días pasados en mi patria, tan conmovedores y ricos de acontecimientos”, dijo el Santo Padre, recordando a continuación los momentos más importantes de su visita apostólica.
“En Berlín, la capital federal, tuve una ocasión especial de hablar ante los parlamentarios del Deutscher Bundestag y exponerles algunas reflexiones sobres los fundamentos intelectuales del Estado. Recuerdo también con alegría los fructuosos coloquios con el Presidente Federal y la Señora Canciller sobre la situación actual del pueblo alemán y de la comunidad internacional. Me ha emocionado particularmente la acogida cordial y el entusiasmo de tantas personas en Berlín”.
“En el País de la Reforma -prosiguió- el ecumenismo ha sido naturalmente uno de los puntos centrales del viaje. Quisiera resaltar aquí el encuentro con los representantes de la “Iglesia Evangélica en Alemania” en el que fue convento agustino, en Erfurt. Estoy profundamente agradecido por el intercambio fraterno y la oración común. Ha sido muy especial también el encuentro con los cristianos ortodoxos y ortodoxos orientales, así como con los judíos y los musulmanes”.
“Obviamente, esta visita estaba dirigida en manera especial a los católicos de Berlín, Erfurt, Eichsfeld y Friburgo. Recuerdo con agrado (…) el escuchar juntos la Palabra de Dios y el rezar unidos, particularmente en las zonas del País donde por decenios se ha intentado eliminar la religión de la vida de las gentes. Esto me permite tener confianza en el futuro del cristianismo en Alemania. Como en las visitas precedentes, aquí se ha podido experimentar que muchos dan testimonio de su fe y hacen visible su fuerza transformadora en el mundo de hoy”.
“Me ha alegrado mucho también, tras la impresionante Jornada Mundial de la Juventud en Madrid, estar de nuevo en Friburgo, con tantos jóvenes, en la vigilia de la juventud de ayer. Animo a la Iglesia en Alemania a seguir con fuerza y confianza el camino de la fe, que hace volver a las personas a las raíces, al núcleo esencial de la Buena Noticia de Cristo. Surgirán pequeñas comunidades de creyentes, y ya existen, que con el propio entusiasmo difundan rayos de luz en la sociedad pluralista, suscitando en otros la inquietud de buscar la luz que da la vida en abundancia.(…) “Donde está Dios, allí hay futuro”. Donde Dios está presente, allí hay esperanza y allí se abren nuevas prospectivas y con frecuencia insospechadas, que van más allá del hoy y de las cosas efímeras. En este sentido acompaño, con el pensamiento y la oración, el camino de la Iglesia en Alemania”.
Terminada la ceremonia el Santo Padre se embarcó a las 19,15 y aterrizó a las 20,45 en el aeropuerto de Fiumicino desde donde se desplazó en automóvil al palacio apostólico de Castel Gandolfo.