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La vida sacerdotal requiere un anhelo creciente de santidad

papa_2El Santo Padre ha recibido en audiencia, en la Sala Clementina, a 70 representantes del Almo Collegio Capranica -uno de los seminarios de la diócesis de Roma-, que cuenta con 555 años de historia.

El Almo Collegio celebra mañana, día 21, la fiesta de su patrona, santa Inés, y con este motivo el Santo Padre quiso ofrecer a los futuros sacerdotes algunas reflexiones inspiradas en esta virgen y mártir del siglo III:

“El martirio, para Santa Inés, significó la generosa y libre aceptación de donar su joven vida, en su totalidad y sin reservas, para que el Evangelio fuese anunciado como verdad y belleza que iluminan la existencia. (…) En el martirio, Inés sella también otro elemento decisivo de su vida, la virginidad por Cristo y por su Iglesia. La entrega total en el martirio fue precedida por la elección consciente, libre y madura, de la virginidad, como testimonio de la voluntad de ser totalmente de Cristo (…). Inés, todavía joven, había aprendido que ser discípulos del Señor quiere decir amarlo poniendo en juego toda la existencia”.

“También la formación del presbítero debe ser integral, completa; exige ejercicio ascético, constancia y fidelidad heroica, en todos los aspectos que la constituyen. En la base debe haber una sólida vida espiritual, animada por una relación intensa con Dios a nivel personal y comunitario, con especial cuidado en las celebraciones litúrgicas y en la frecuencia de los sacramentos. La vida sacerdotal requiere un anhelo creciente de santidad, un claro ‘sensus Ecclesiae’ y una apertura a la fraternidad sin exclusiones ni parcialidades”.

“Del camino de santidad del presbítero también forma parte su decisión de labrarse, con la ayuda de Dios, con su propia inteligencia y esfuerzo, una verdadera y sólida cultura personal, fruto de un estudio apasionado y constante. La fe tiene una dimensión racional e intelectual que le es esencial. (…) Quien alcanza la madurez en esta formación cultural global puede ser más eficazmente educador y animador de esa adoración ‘en Espíritu y verdad’ de la que Jesús habla a la samaritana. Tal adoración (…) está llamada a ser (…) un culto en el que el hombre mismo, en su totalidad de ser dotado de razón, se hace adoración, glorificación del Dios viviente”.

“Tened siempre un profundo sentido de la historia y de la tradición de la Iglesia. (…) Tenéis la posibilidad de ampliar vuestro horizonte con experiencias de internacionalidad. (…) Aprended a conocer las diversas situaciones de las naciones y de las Iglesias en el mundo, y a formaros en una dimensión católica. Preparaos a estar cerca de todas las personas que encontréis, sin permitir que ninguna cultura pueda constituir una barrera a la Palabra de vida de la que sois anunciadores, también con vuestra vida”.

“La Iglesia espera mucho de los jóvenes sacerdotes en la obra de evangelización y de nueva evangelización. Os animo para que con el esfuerzo cotidiano, enraizados en la belleza de la tradición auténtica, unidos profundamente a Cristo, seáis capaces de llevarlo a vuestras comunidades con verdad y alegría”.