‘Es una reliquia muy conmovedora: un símbolo de fe, pero también del dolor, el temor, el sufrimiento que sintió en esos momentos’, contó la hermana Beatrice, monja del convento Hijas de la Caridad, donde conservan desde el 2000 la camiseta ensangrentada donada por una enfermera que trabajaba en la sala de cirugía.
‘Espero que venga mucha gente. Las hermanas del convento decidieron que la beatificación era el momento de compartir la reliquia con el resto del mundo’, explicó.
El día del atentado, la camiseta, que está marcada con las iniciales ‘JP’ en rojo en la parte posterior, tuvo que ser cortada por los médicos del Hospital Gemelli para poder realizar la intervención de urgencia que el pontífice necesitaba.
Abandonada en un rincón de la sala de cirugía, fue recogida por una enfermera, Anna Stanghellini, quien la envolvió en una toalla y la conservó secretamente por varios años.
La enfermera, que no tenía familia, se retiró tras jubilarse en el convento que asiste a ancianos y enfermos y confió su secreto en el 2000 a sor Beatrice.
‘Un día, Anna me mostró el paquete que escondía. Cuando va la camiseta, comencé a temblar, me quedé sin palabras. No sabía qué hacer’, contó.
‘Después de la muerte de Juan Pablo II resolví llevarla al Vaticano’, aseguró.
‘Cuando leyeron la carta de Anna en la que explica cómo había obtenido la camiseta, me dijeron que no necesitaba realizar un test para comprobar la autenticidad’, afirmó.
El Vaticano se la entregó y desde entonces se encuentra en un museo del convento con otros objetos que han pertenecido a pontífices.
El domingo pasará a la iglesia del mismo convento, para la veneración de los fieles.
‘Es sólo una prenda de algodón, pero su valor es ilimitado para todos aquellos que aman a Juan Pablo II’, comentó la religiosa