Publicamos el mensaje de los obispos Chile al concluir la 104 Asamblea Plenaria en Punta de Tralca.
Testigos alegres y convincentes de Cristo Resucitado
Mensaje de la 104ª Asamblea Plenaria
1. Reunidos en Punta de Tralca, los obispos de la Conferencia Episcopal de Chile, en comunión con el Santo Padre Benedicto XVI, hemos reflexionado en profundidad sobre este Año de la Fe convocado por el Papa como “una invitación a una auténtica y renovada conversión al Señor, único Salvador del mundo”. Como la mujer samaritana junto al pozo de Jacob (Jn. 4,4-42), estos días hemos recurrido a Jesús, buscando el “agua viva” del Espíritu Santo, fuente de sabiduría y fortaleza en nuestro caminar. No hay hombre o mujer que no necesite de un pozo en donde llenar su vida y sus obras de sentido trascendente. Ahora, reanimados por el encuentro con Cristo, renovamos nuestra vocación de hacer presente al Señor en los pozos donde la persona humana busca sentido y esperanza para vivir, razones para amar y ser feliz. Sólo Jesús nos puede decir toda la verdad de lo “que he hecho”, sólo él puede colmar nuestra profunda sed de Dios, porque él es el Maestro y el Salvador del mundo (Jn. 4, 39-42).
2. Así, animados por la Palabra de Dios y el tema del Sínodo sobre la Nueva Evangelización para la transmisión de la fe, vemos con esperanza el desarrollo de la II Asamblea Eclesial, en junio de 2013,que acogerá la diversa expresión de bendiciones con que el Señor acompaña a su Iglesia en Chile. Los obispos volveremos a escuchar a las comunidades parroquiales, a los movimientos apostólicos, a miembros de la vida religiosa femenina y masculina, a representantes de nuestros colegios y universidades, para elaborar las Orientaciones Pastorales que inspirarán los planes pastorales diocesanos durante los próximos años.
3. En esta pedagogía de diálogo, de cara al país, ha sido importante la reciente Carta Pastoral “Humanizar y compartir con equidad el desarrollo de Chile”, texto elaborado por el Comité Permanente por mandato de la Asamblea Plenaria. Expresamos nuestro propósito y anhelo de que este mensaje se reflexione en las comunidades eclesiales, y al mismo tiempo se convierta en una referencia importante para el discernimiento de los católicos, sobre todo en nuestro aporte permanente a la construcción de una cultura del don, de la gratuidad y de la solidaridad desde la persona y el mensaje de Jesucristo.
4. En este sentido, queremos recordar que participar en los asuntos públicos y procesos electorales es un deber para los cristianos. Compartimos la preocupación por la alta abstención en los recientes comicios municipales. Nos sentimos llamados a colaborar con las instituciones políticas y sociales para resituar la política en el lugar que le corresponde en su vocación de servicio al bien común. Desde una democracia real y participativa nuestro país podrá superar las inequidades e injusticias que persisten en materias como la salud, la educación, el trabajo, la promoción de la familia y la situación de los pueblos originarios. Sólo desde una cultura cívica que respeta la vida humana y la dignidad de las personas se puede avanzar en la construcción de un Chile más justo y fraterno.
5. En este empeño, hemos mirado el caminar de nuestra Iglesia marcado por nuevas denuncias y escándalos que han involucrado a hermanos sacerdotes y también a un hermano obispo. Con franqueza y autocrítica, hemos revisado el modo en que hemos asumido estas situaciones y sus consecuencias.
Queremos asegurar a los católicos de nuestras comunidades que como Iglesia continuaremos dando pasos para enfrentar esta realidad en su raíz, poniendo especial énfasis a la atención pronta y solícita a las víctimas, animados por amor a la verdad, a la justicia y al espíritu de misericordia que el Evangelio nos exige. Queremos, por lo mismo, renovar nuestra gratitud a la labor del Consejo nacional de Prevención de abusos a menores de edad y acompañamiento de las víctimas que formamos en la Asamblea Plenaria de abril del año 2011, y a los profesionales que colaboran generosamente en esta instancias.
6. Queridas y queridos católicos, el Papa, al inaugurar el Año de la Fe, nos ha dicho: “Hoy más que nunca evangelizar quiere decir dar testimonio de una vida nueva, trasformada por Dios”. Que la vida nueva en Cristo nos permita superar estos tiempos de inquietud y de incertidumbre para muchos. Un signo de ello es el entusiasmo con que miles de adolescentes y jóvenes de todo Chile hacen suya la Misión Joven, como un tiempo de esperanza y de encuentro con el Señor, y que tendrá un momento importante en el Congreso Nacional de Pastoral Juvenil, el próximo mes de enero en Concepción, con la participación de más de cuatro mil jóvenes representantes de nuestras diócesis, movimientos apostólicos y de nuestras pastorales de colegios y universidades.
7.En un país donde en el norte de su geografía florece el desierto, reafirmamos nuestra fe en Cristo resucitado, camino, verdad y vida. En Él confiamos nuestra vocación de servicio, la misma que Él quiso para su Iglesia. Así podremos vivir este Año de la Fe, como tan hermosamente lo representaba el Santo Padre, “como una peregrinación en los desiertos del mundo contemporáneo, llevando consigo solamente lo que es esencial: ni bastón, ni alforja, ni pan, ni dinero, ni dos túnicas, como dice el Señor a los apóstoles al enviarlos a la misión, sino el evangelio y la fe de la Iglesia”.
8. Que la Santísima Virgen María, a quien los católicos expresamos en este mes nuestro especial cariño y devoción, nos haga más fieles discípulos misioneros de su Hijo.
LOS OBISPOS DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL DE CHILE
Punta de Tralca, 16 de noviembre de 2012.