Este 27 de abril Juan XXIII y Juan Pablo II, dos de los Papas del siglo XX, llegarán a los altares gracias a las intercesiones reconocidas por la Santa Sede como milagrosas; sin embargo, mientras para Karol Wojtyla el Vaticano aprobó dos milagros, en el caso de Angelo Roncalli un milagro lo llevó a la beatificación y ahora será canonizado gracias a la facultad del Papa Francisco.
El caso de Juan XXIII
Juan XXIII fue Papa entre el 28 de octubre de 1958 y el 3 de junio de 1963 y fue beatificado en el 2000 por Juan Pablo II gracias a la curación milagrosa de la religiosa Caterina Capitani en 1966, que sufría de una perforación gástrica hemorrágica con fistulación externa y peritonitis aguda.
El informe de la Congregación para las Causas de los Santos indica que el 22 de mayo de 1966 las hermanas de la religiosa le colocaron una imagen del fallecido Pontífice en el estómago. A los pocos minutos la religiosa se recuperó y pidió de comer.
Durante su testimonio, la hermana Capitani relató que Juan XXIII se sentó al pie de su cama y le aseguró que su plegaria había sido escuchada en el Cielo.
Por su parte, los médicos que la atendían en Nápoles (Italia), le practicaron una radiografía al estómago y comprobaron la desaparición completa de la enfermedad, sin señales de cicatrices causadas por la fístula.
Años después, a principios de julio de 2013, el Papa Francisco aprobaba los decretos que canonizan a Juan XXIII junto con Juan Pablo II, sin requerir el reconocimiento de una intercesión milagrosa por parte del Papa Bueno.
En declaraciones a ACI Prensa el 5 de julio, el Director de la Sala de Prensa de la Santa Sede, P. Federico Lombardi, explicó que sobre la canonización del Papa Juan XXIII, en la que se prescindirá de la aprobación del milagro tras su beatificación, “esto es algo que está en el poder del Papa, no es una cosa particularmente especial”.
“Un milagro es una visión teológica de la Iglesia, la prueba, la demostración del poder de intercesión, y la confirmación por parte de Dios de la santidad de una persona, pero no es un dogma de fe que de alguna manera sea necesario”, indicó.
Recordó que “por ejemplo, los mártires son beatificados sin milagro alguno, lo que quiere decir que los milagros por tradición y teología se dan comúnmente pedidos, pero no es una necesidad absoluta”.
Las intercesiones de Juan Pablo II
El Papa polaco guió la barca de Pedro entre el 16 de octubre de 1978 y el 2 de abril de 2005 y en su camino a los altares la Santa Sede le reconoce dos intercesiones milagrosas.
El primero corresponde al proceso de beatificación y la beneficiada fue la religiosa francesa Marie Simon-Pierre, quien padecía de Parkinson y trabaja en una clínica de maternidad en París (Francia).
El 14 de enero de 2011 la religiosa contó a la cadena francesa KTOtv y a la cadena italiana RAI Vaticano que su curación sucedió el 2 de junio de 2005. “Ese día por la mañana yo estaba completamente impedida y ya no podía más”, indicó, por lo que solicitó su dimisión a la superiora de su comunidad para “dejar de brindar mi servicio en la maternidad donde trabajaba (…). Yo no puedo hacer que esto deje de avanzar, no es posible”.
Sin embargo, su pedido fue rechazado con amabilidad y a cambio la superiora le propuso pedir la gracia de su curación a Juan Pablo II, quien al final de su vida también padeció Parkinson.
Cuando esto sucedió, “sentimos por un buen momento un gran cambio en su oficina, diría que una gran paz, una paz muy grande y una gran serenidad, me sentía muy apacible, ella también”.
En ese momento, le pidió escribir el nombre de Juan Pablo II en un papel. El avance de la enfermedad había afectado su brazo izquierdo y sufría de intensos temblores. Su superiora le propuso escribir con la mano derecha. “Le dije que no podía porque mi mano derecha también se ponía a temblar, pero ella insistió: ‘sí puedes, sí puedes'”.
Escribió algo ilegible pero pensó que de repente “ocurre un milagro si es que creo”. “Esa noche seguí la jornada como de costumbre con la comida comunitaria, luego un poco más de servicio y después la oración nocturna en la capilla”.
En su cuarto, la religiosa se obligó a escribir y vio con sorpresa que podía hacerlo.
A las 4:30 de la madrugada del 3 de junio despertó sintiendo que “ya no era la misma. Había una alegría interior y una gran paz; y luego me sorprendí mucho por los gestos de mi cuerpo”.
Tras rezar en la madrugada, Sor Marie acudió al oratorio de la capilla pues su comunidad celebraba Misa a las 6am. En el trayecto “me di cuenta de que mi brazo izquierdo ya no se quedaba inmóvil al caminar sino que se balanceaba normalmente. En la Eucaristía tuve la certeza de que estaba curada”.
La Congregación para las Causas de los Santos estudió la curación de Simon-Pierre y determinó que fue por intercesión de Juan Pablo II, a quien Benedicto XVI beatificó el 1 de mayo de 2011.
El segundo milagro atribuido a la intercesión de Karol Wojtyla fue la curación de Floribeth Mora, una mujer costarricense que padecía un aneurisma cerebral.
El hecho ocurrió el 1 de mayo de 2011, el mismo día de la beatificación de Juan Pablo II.
Ese día, fue con su familia a la Misa dominical. En el centro del barrio se estaba celebrando una procesión. “En ese momento estaba pasando una carroza con la imagen de Jesús Sacramentado y sentí un frío en el cuerpo. Me bajé del coche y fui hasta allí”. Entonces, el sacerdote que acompañaba a la procesión declamaba una oración: “¡Oh, Señor! Hay una sanación”.
“Le pedimos a nuestro Papa Juan Pablo que nos ayudara a pedirle a Dios que me ayudara”. Y en ese preciso instante, algo empezó a cambiar. “Salí de ese parque con la fe de que yo fui la sanada”, expresó Floribeth.
Días después fue al Santuario de la Virgen de Ujarrás para rezar, consciente de que el templo había recibido un relicario con muestras de sangre del nuevo Beato. “De nuevo, un milagro”, apostilla. Sin embargo, cuando llegó ya había terminado la exposición. Sin embargo, el P. Dónald Solano hizo una excepción. “Me la enseñó y la toqué. Seis meses después me hicieron otro examen en el cerebro y me indicaron que el aneurisma había desaparecido para la honra y la gloria de mi Dios”, afirmó Floribeth.
Según publicó el diario “La Nación” de Costa Rica, el neurocirujano Alejandro Vargas Román, que atendió a Floribeth Mora durante su enfermedad, confirmó que no encontró explicación científica a la desaparición repentina del aneurisma que padecía cuando analizaron exámenes posteriores a aquel 1 de mayo de 2011.
Fuente: Aciprensa