Publicamos las palabras de Monseñor Juan Ignacio González, al iniciar este 8 de noviembre el Mes dedicado a la Santísima Virgen María.
Mensaje al inicio del Mes de María 2015.
Queridos hermanos y hermanas:
Iniciamos una vez más el Mes de María, maravillosa expresión eclesial de fe, profundamente arraigada en nuestra Patria y en la familia chilena. Lo hacemos en un tiempo rodeado de incertidumbres humanas, pero con la seguridad que nos da la fe en Jesucristo el Salvador del mundo y en la mediación materna de la Virgen María.
Este año queremos que sea un Mes de María vocacional, que ponga especial acento en pedir a la Madre de Dios que interceda ante Nuestro Señor para que suscite muchas vocaciones a la vida sacerdotal y religiosa en toda la Iglesia y en particular en nuestra diócesis. Siguiendo el consejo del Santo Cura de Ars recordemos “que siempre que tengamos que pedir una gracia a Dios, dirijámosla a la Virgen Santa, y con seguridad seremos escuchados”. Pidamos que la Madre de los sacerdotes, consiga del Sumo y Eterno Sacerdote más obreros para la mies.
También en la Solemnidad de la Inmaculada Concepción, el próximo 8 de diciembre, se dará el inicio al Año Santo de la Misericordia, al que nos ha convocado el Papa Francisco. En nuestra diócesis lo comenzaremos el día Domingo 13 a las 16:30 hrs. con una Solemne Misa y Apertura de la Puerta Santa, en la Iglesia Catedral, al que están invitados todos los sacerdotes, diáconos, religiosos y religiosas y una delegación de cada una de las parroquias.
El Mes de María será como una preparación inmediata a ese tiempo de gracia que nuestro Señor quiere derramar sobre el mundo. Todos necesitamos de la misericordia de Dios, pues somos pecadores. Enseña San Jerónimo, “no dudéis del perdón, pues por grandes que sean vuestras culpas, la magnitud de su misericordia perdonará, sin duda, la enormidad de vuestros muchos pecados”. Así como nos acercamos humildes a pedir Su misericordia, también todos debemos crecer en la misericordia hacia el prójimo, pues muchas veces lo ofendemos, aprendiendo a perdonar y pedir perdón, a comprender a los demás, a callar antes las ofensas, y de muchas manera que nos hacen crecer en la humildad y el amor a nuestro prójimo, aunque algunas veces de él hayamos recibido ofensas.
Que María, nuestra Madre, nos conceda a todos amor a su Hijo, amor a la Iglesia y la paz del alma y muchos y santos jóvenes que quieran entregar su vida al Señor.
Con mi bendición
+ Juan Ignacio González Errázuriz
Obispo de San Bernardo.