Publicamos el mensaje de Mons. Juan Ignacio González para invitar a una Jornada de Oración y Penitencia por los pecados de cada uno de nosotros y especialmente los pecados y delitos de quienes se han consagrado a Dios y han abusado de menores
Queridos hermanos y hermana de la Diócesis de San Bernardo
En su reciente carta al Pueblo de Dios, el Papa Francisco, señala, entre otras cosas, que “es imprescindible que como Iglesia podamos reconocer y condenar con dolor y vergüenza las atrocidades cometidas por personas consagradas, clérigos e incluso por todos aquellos que tenían la misión de velar y cuidar a los más vulnerables. Pidamos perdón por los pecados propios y ajenos. La conciencia de pecado nos ayuda a reconocer los errores, los delitos y las heridas generadas en el pasado y nos permite abrirnos y comprometernos más con el presente en un camino de renovada conversión. Asimismo, la penitencia y la oración nos ayudarán a sensibilizar nuestros ojos y nuestro corazón ante el sufrimiento ajeno y a vencer el afán de dominio y posesión que muchas veces se vuelve raíz de estos males. Que el ayuno y la oración despierten nuestros oídos ante el dolor silenciado en niños, jóvenes y minusválidos. Un ayuno que nos sacuda y nos lleve a comprometernos desde la verdad y la caridad con todos los hombres de buena voluntad y con la sociedad en general para luchar contra cualquier tipo de abuso sexual, de poder y de conciencia”.(Carta al Pueblo de Dios, Vaticano, 20 de agosto de 2018).
La penitencia fue siempre un medio para obtener el perdón y la salvación. El pecado no sólo hiere el alma y la vida del prójimo y de la comunidad eclesial, sino sobre todo, hieren el Corazón del Señor y su infinito amor a los hombres. Por eso el primer perdón se debe pedir siempre a Dios. A lo largo de la Sagrada Escritura vemos cómo Dios exige que el pecador se aparte del pecado y se vuelva a Él. Este cambio no consiste solamente en evitar los pecados, sino también en el arrepentimiento de los cometidos, tanto por cada uno como pedir misericordia por los pecados ajenos, manifestado en obras de penitencia: Si el impío hiciera penitencia de todos sus pecados…, tendrá vida eterna y no morirá (Ez 18, 21). Jesús comenzará su misión pidiendo penitencia: haced penitencia porque está cerca el reino de los cielos (Mt 4, 17). Sin penitencia no se recibe su reino. Sin penitencia no hay posibilidad de conversión y quedamos prisioneros de nuestros sentidos, incapacitados para ver a Dios. Si no hacéis penitencia, dirá el Señor, todos igualmente pereceréis (cfr. Lc 13, 3).
“Por medio de la actitud orante y penitencial podremos entrar en sintonía personal y comunitaria con esta exhortación para que crezca entre nosotros el don de la compasión, de la justicia, de la prevención y reparación. María supo estar al pie de la cruz de su Hijo (…). Con esta postura manifiesta su modo de estar en la vida. Cuando experimentamos la desolación que nos produce estas llagas eclesiales, con María nos hará bien «instar más en la oración» (S. Ignacio de Loyola, Ejercicios Espirituales, 319), buscando crecer más en amor y fidelidad a la Iglesia”.(Carta citada).
Siguiendo este llamado del Papa, quiero convocar a toda la Diócesis de San Bernardo, especialmente al clero, a las religiosas y religiosos, a todos los agentes pastorales y al pueblo de Dios, a una Jornada de Oración y Penitencia por los pecados de cada uno de nosotros y especialmente los pecados y delitos de quienes se han consagrado a Dios y han abusado de menores, el día Domingo 30 de septiembre de 2018, (16.00 hrs. En la Iglesia Catedral) Día de Oración por Chile, en que al finalizar la Procesión a la Virgen el Carmen, tendremos un momento de oración y reparación al llegar a la Iglesia Catedral.
San Bernardo, 1 de septiembre de 2018
+Juan Ignacio, Obispo de San Bernardo