Iniciamos el trabajo pastoral 2021. Como ha sido patente para todos, los acontecimientos sociales y en especial la pandemia del COVID, han implicado dificultades serias en el desarrollo de las actividades normales del trabajo apostólico de la Iglesia. Es verdad que la gracia y fuerza que Dios nos concede es siempre adecuada y suficiente para enfrentar los tiempos más difíciles, pero también que estos requieren un renovado esfuerzo de toda la comunidad cristiana, para que esa gracia de Dios fluya y aliente la vida de la Iglesia. Por esa razón es importante establecer prioridades que sean compartidas por todos. Ellas no solo deben alumbrar el camino de quienes tienen responsabilidades en la formación y organización del trabajo pastoral, como es el caso de los sacerdotes, diáconos, religiosos y religiosas y agentes pastorales etc. sino también de todos los fieles, en especial de los padres y madres de familia, que son los primeros que deben velar por la formación cristiana de los hijos.
En particular, hemos de ocuparnos de la organización efectiva y adecuada de la preparación a los sacramentos de la Iniciación cristiana con los más jóvenes. La catequesis para recibir el Bautismo, la Confirmación y la Sagrada Eucaristía, deben ser una prioridad durante este año, intentando recuperar terreno respecto del pasado. Para ello deberán estar a disposición de todos los alumnos de nuestras catequesis, todos los materiales necesarios para su realización, como asimismo los que necesitan los catequistas que impartan las clases, sea presencialmente o por las redes sociales.
Asimismo, siguiendo las instrucciones entregadas, hay que facilitar todo lo que se pueda, la celebración digna y fructuosa del Sacramento del Matrimonio. Un tema siempre esencial es la celebración de las Misas de Precepto en las vísperas del Domingo y en el Día del Señor. Pese a las restricciones, adoptando las medidas señaladas por la autoridad, hay que continuar con los esfuerzos para su celebración, aun cuando los asistentes sean pocos. Dado que la celebración de la Misa tiene por fin primario dar culto a Dios porque “la Eucaristía es un sacrificio de acción de gracias al Padre, una bendición por la cual la Iglesia expresa su reconocimiento a Dios por todos sus beneficios, por todo lo que ha realizado mediante la creación, la redención y la santificación. “Eucaristía” significa, ante todo, acción de gracia (CEC 1360) y, la realidad de que no puedan asistir los fieles no implica, en ningún caso, dejar de celebrarla. En especial en el tiempo que pueden declararse cuarentenas que hacen muy difícil la presencia de los fieles, porque la celebración que realiza sólo el sacerdote es siempre acción de toda la comunidad de los fieles y a todos beneficia, a los vivos y a los difuntos, y en especial a los pobres.
Alentados por las virtudes teologales de la fe, la esperanza y el amor a Dios y al prójimo, no cabe dejar lugar a ningún tipo de desaliento, que muchas veces viene de la mano de los tiempos difíciles como los que vivimos. “Es un gran consuelo en medio de la tribulación acordarnos, cuando llega la adversidad, de los dones recibidos de nuestro Creador”.(San Gregorio Magno, Moralia, 3, 15-16). Y el apóstol Santiago nos recuerda: “Tened, hermanos míos, por sumo gozo veros rodeados de diversas pruebas”.
Iniciemos este Año Pastoral confiados en el Señor que es nuestra única seguridad. Él nos ampara, nos da su mano para levantarnos si hemos caído y nos asocia a la obra redentora de todos los hombres, mediante nuestra vida entregada, silenciosa y de trabajo oculto, como nos enseñó San José, el gran Patrono de la Iglesia, en cuyo año estamos. De la mano de María, recorramos el nuevo año que nos concede nuestro buen Dios.
+ Juan Ignacio