Destaca Monseñor Juan Ignacio González en la Carta enviada a la Comunidad de fieles, familias y Jóvenes de la Diócesis, al celebrarse este domingo 6 de junio la Solemnidad del Corpus Christi.
Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo. Quien comiere de este pan, vivirá eternamente, y el pan que yo daré es mi misma carne para la vida del mundo. (Jn 6, 51-52)
El Domingo 6 de junio la Iglesia celebra la Solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Cristo, misterio esencial de nuestra vida personal y comunitaria y alimento indispensable para nuestra vida espiritual. El día del Corpus es un momento propicio para reafirmar nuestra fe en la presencia del Señor Jesús en la Eucaristía, recordando las enseñanzas de San Pablo VI “tal presencia se llama real, no por exclusión, como si las otras no fueran reales, sino por antonomasia, porque es también corporal y substancial, pues por ella ciertamente se hace presente Cristo, Dios y hombre, entero e integro (Enc. Mysterium Fidei, 3-1X-1965).
Puede servirnos para considerar esa fe católica en la presencia real del Señor en el Santísimo Sacramento un documento poco citado. La confesión de fe que la Iglesia pidió a Berengario de Tour en el siglo XI, que había negado la presencia real de Cristo en el Sacramento. “Yo, Berengario, creo en mi corazón y mis labios confiesan: que el pan y el vino que se ponen en el altar, por el misterio de la declaración sagrada y de las palabras de nuestro Redentor, se convierten sustancialmente en la carne verdadera, propia y vivificante y en la sangre de Jesucristo, Nuestro Señor; que después de la consagración está el verdadero cuerpo de Cristo, que nació de la Virgen y que fue colgado de la Cruz, ofrecido por la salvación del mundo, que está sentado a la derecha del Padre, así como la verdadera sangre de Cristo que salió de su costado; que todo eso se hace no solo en símbolo y en virtud espiritual del Sacramento, sino en la realidad propia de la naturaleza de las cosas, y en la verdad de su sustancia, como está escrito en esta nota, como os he leído y como lo comprendéis. En eso creo, y no daré ninguna enseñanza más contra esta creencia. A eso me ayuden Dios y los santos Evangelios de Dios “(Dz, 335).
Pido a todos los párrocos, administradores parroquiales, vicarios parroquiales, sacerdotes y a las comunidades religiosas, que el día Domingo del Corpus Christi, se realicen, con público donde sea posible o sin él cuando haya restricciones severas, actos de adoración al Señor Sacramentado, breves procesiones, etc. pidiendo a Jesús que acreciente en todos nosotros la fe en su presencia en la Santísima Eucaristía y que interceda para que cuanto antes podamos volver a la plena normalidad en las celebraciones de la Santa Misa.
Con mi afectuosa bendición
+Juan Ignacio González Errázuriz
Obispo de San Bernardo
Administrador Apostólico de Rancagua