Arranca la 32° edición del Festival de la Juventud de Medjugorje, que se celebra cada año del 1 al 6 de agosto. El Pontífice envía un mensaje a los jóvenes reunidos para recordarles que este acontecimiento tiene el poder de ponernos en camino hacia el Señor.
El Papa Francisco ha enviado un mensaje a los participantes del Festival de la Juventud que se celebra todos los años en Medjugorje, un pequeño pueblo ubicado en la parte suroccidental de Bosnia y Herzegovina. Se trata – tal y como lo ha definido el Papa – de “una semana intensa de oración y encuentro con Jesucristo, especialmente en su Palabra viva, en la Eucaristía, en la adoración y en el Sacramento de la Reconciliación”. Además – dice – “es un acontecimiento que tiene el poder de ponernos en camino hacia el Señor”.
Las 3 etapas hacia la vida eterna
El Papa recuerda la palabra guía del Festival de este año, y que es precisamente la pregunta que el joven rico del que nos hablan los Evangelios sinópticos hizo a Jesús: “¿Qué debo hacer para heredar la vida eterna? “Es una palabra que nos pone ante el Señor; y él fija su mirada en nosotros, nos ama y nos invita: “¡Ven! Sígueme”” dice el Papa. Después, Francisco se centra en este pasaje del Evangelio sobre el joven rico, del cual el Evangelio no nos dice su nombre, “lo que sugiere que puede representar a cada uno de nosotros” dice el Papa.
Ante la pregunta del joven rico, Jesús, para ayudarle a acceder a la fuente del bien y de la verdadera felicidad, le indica tres pasos que debe dar:
Primero: aprender a hacer el bien con el prójimo
El Pontífice invita a los jóvenes, en primer lugar, a “observar los mandamientos” si quieren entrar en la vida. Jesús, explica el Papa, devuelve al joven a la vida terrenal y le muestra el camino para heredar la vida eterna, es decir, el amor concreto al prójimo, pero el joven responde que siempre lo ha hecho y que se ha dado cuenta de que no basta con seguir los preceptos para ser feliz. Entonces Jesús – continúa Francisco – le dirigió una mirada llena de amor”.
Segundo: pasar de la lógica del “mérito” a la del don
“Jesús también comprende cuál es la debilidad de su interlocutor: está demasiado apegado a los muchos bienes materiales que posee” dice el Papa, por eso, el Señor le propone un segundo paso a dar, “el de pasar de la lógica del “mérito” a la del don: “Si quieres ser perfecto, ve, vende lo que tienes, dáselo a los pobres y tendrás un tesoro en el cielo””. El Papa explica que se trata de una llamada “a una mayor madurez, a pasar de los preceptos observados para obtener recompensas al amor libre y total”. “Lo que Jesús propone – dice – no es tanto un hombre despojado de todo como un hombre libre y rico en relaciones”. De hecho, dice, “si el corazón está atestado de posesiones, el Señor y el prójimo se convierten en una cosa entre otras”, pues el tener demasiado y el querer demasiado – insiste el Papa – “asfixian nuestro corazón y nos hacen infelices e incapaces de amar”.
Tercero: la imitación, “¡Ven! Sígueme”
El tercer paso que el Papa propone a los jóvenes es “seguir a Cristo”: “no es una pérdida – dice el Papa – sino una ganancia incalculable, mientras que la renuncia se refiere al obstáculo que impide el camino”.
Ese joven rico, sin embargo, tiene su corazón dividido entre dos amos: Dios y el dinero. El miedo a arriesgarse y a perder sus posesiones le hizo volver a casa triste. No había dudado en plantear la pregunta decisiva, pero no encontró el valor de aceptar la respuesta, que es la propuesta de “desatarse” de sí mismo y de sus riquezas para “atarse” a Cristo, para caminar con él y descubrir la verdadera felicidad.
“Hoy, Jesús también os dice a cada uno de vosotros al igual que al joven rico: “¡Venid! Sígueme” asegura el Papa. De ahí su invitación a “tener el valor de vivir vuestra juventud confiando en el Señor y poniéndoos en camino con él, dejarse conquistar por su mirada de amor que nos libera de la seducción de los ídolos, de las falsas riquezas que prometen la vida, pero traen la muerte y a no tener miedo de acoger la Palabra de Cristo y aceptar su llamada”. “No os desaniméis como el joven rico del Evangelio” puntualiza Francisco, “en cambio, fijad vuestra mirada en María, el gran modelo de la imitación de Cristo, y encomendaos a ella que, con su “aquí estoy”, respondió sin reservas a la llamada del Señor”.