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“Es necesario seguir creciendo en la piedad personal y colectiva”

Señala Monseñor Juan Ignacio González en su Carta Pastoral al inicio de los Trabajos Apostólicos 2024, dirigida a todos sacerdotes, diáconos, religiosas, religiosos y fieles comprometidos en el trabajo pastoral de la Diócesis de San Bernardo.

CARTA PASTORAL 2024                                    

1.Como todos los años, al inicio de los trabajos pastorales 2024, quisiera trasmitirles algunas ideas que marquen nuestro caminar diocesano en el año que comienza. Son muchos los acontecimientos que van jalonando nuestra vida diocesana y que son motivos de agradecimiento a Dios y de una continua determinación de nuestra fidelidad. Seguimos en un tiempo de bastante confusión en los ámbitos doctrinales, que hacen que el mensaje del Evangelio sea siempre de difícil transmisión y que algunas veces pueden afectar nuestro empeño apostólico. Al mismo tiempo, vemos signos de las semillas de Dios en tantas personas y actividades pastorales, que manifiestan la verdad de que Dios es más fuerte y que cuenta con nuestra disponibilidad para sembrar la buena nueva en tantas personas que están ansiosas de seguir al Señor en medio del mundo, en la actividad de todos los días y que son un acicate para cada uno de nosotros. La reciente partida del padre Miguel Urrutia, con justo título uno de los fundadores de nuestra diócesis, su vida de trabajo oculta y fiel, enteramente dedicada al Señor, son también un impulso divino para ir adelante con la confianza solo puesta en el Señor. Agradezco a todos y especialmente el padre Mario Grandón, los cuidados, desvelos y delicadezas que ha tenido con él en los últimos años de su vida. Dios los retribuya abundantemente por este maravilloso servicio y expresión de caridad-cariño sacerdotal.

Ante un mundo en continuo cambio: conocerlo y comprenderlo, para amarlo y evangelizarlo.

2. La fidelidad, enseña Santo Tomás, consiste en “cumplir exactamente lo prometido, conformando de este modo las palabras con los hechos”. Es fiel el que guarda la palabra dada. La perseverancia está íntimamente unida a la fidelidad y, frecuentemente, se confunde con ella. La perseverancia inclina a la persona a luchar hasta el fin, sin ceder al cansancio, al desánimo o a cualquier tentación que pueda presentarse. Quisiera que todos volviéramos a examinar nuestra propia fidelidad al Señor en el tiempo que vivimos y las realidades donde estamos llamados a servir. Cada generación de cristianos ha de redimir, ha de santificar su propio tiempo. Amar al mundo presupone conocerlo y comprenderlo. Por eso es necesario mirar con sentido sobrenatural los contextos de nuestras sociedades y nuestro tiempo para iluminarlos con la luz del Evangelio. El cambio en la realidades históricas y eclesiales –con las modificaciones que introduce en la configuración de la sociedad– puede hacer que lo que fue justo y bueno en un momento dado, deje de serlo ahora. Por esta razón, un paso esencial es mirar con crítica evangélica constructiva los tiempos actuales y desde ellos retomar caminos, métodos e ideas. No intentarlo, además de conducir a una visión paralizante, nos puede llevar a la inercia y a creer que con mantener las formas y maneras actuales y de siempre, bastaría para ir superando las crisis que vivimos. Esta capacidad de comprender y descubrir cómo llevar la luz de Cristo a estas nuevas realidades, debe ser el fruto de un trabajo conjunto, de una reflexión que incluye a todos y a través de las cuales la fuerza de Dios nos mostrará cómo alumbrar los caminos actuales. En los diversos organismos de participación y colegialidad – que están presentes especialmente en este tiempo sinodal que vive la Iglesia – estas consideraciones deben ser fruto de reflexión, intercambios, propuestas y decisiones. Una vez más pido a todos saber trabajar colegialmente, por medio de los órganos establecidos; consejo pastoral parroquial, consejo económico y los organismos a nivel diocesano.

 El don de piedad y la centralidad de Jesús en nuestra vida.

3. En las Orientaciones pastorales de los Obispo de Chile se señala:” Esta centralidad de Jesucristo en las acciones evangelizadoras ha de traducirse en la presencia de tres realidades fundamentales en ellas. En primer lugar, la Palabra de Dios, que debe ser más claramente un elemento transversal de la pastoral, enriqueciendo el discernimiento, la formación, la celebración de la fe y los múltiples campos de la misión. En segundo lugar, la vivencia frecuente y auténtica de la Eucaristía, “fuente y cumbre de toda la vida cristiana”, en especial en el domingo, día del Señor, que reúne a la comunidad de los discípulos para participar del misterio pascual de Cristo. Finalmente, el encuentro con Jesucristo en los hermanos pobres y sufrientes, en quienes el Señor nos sale al encuentro. Así los procesos evangelizadores serán más integrales y plenamente evangélicos[1].

Todos comprendemos que el verdadero crecimiento de la vida de la Iglesia está en íntima relación con el amor y la centralidad de Jesucristo en nuestra vida y las de nuestras comunidades. Para ello, es necesario seguir creciendo en la piedad personal y colectiva.  “La piedad es el amor que dulcifica el trabajo y nos emplea cordial y agradablemente, con todo afecto filial, en obras gratas a Dios, nuestro Padre[2]. “Sin una vida interior sólida, sin una auténtica unión con Jesucristo, sin piedad verdadera, no se puede ser apóstol. Para restaurar todas las cosas en Cristo por medio del apostolado es menester la gracia divina, y el apóstol no la recibe si no está unido a Cristo. Todos los que participan del apostolado deben, por tanto, poseer la verdadera piedad[3].

Como enseña el Papa Francisco, el don de Piedad “indica nuestra pertenencia a Dios y nuestro vínculo profundo con Él, un vínculo que da sentido a toda nuestra vida y que nos mantiene firmes, en comunión con Él, incluso en los momentos más difíciles y tormentosos[4]. “Es un vínculo que viene desde dentro. Se trata de una relación vivida con el corazón: es nuestra amistad con Dios, que nos dona Jesús, una amistad que cambia nuestra vida y nos llena de entusiasmo, de alegría. Por ello, ante todo, el don de piedad suscita en nosotros la gratitud y la alabanza. Es esto, en efecto, el motivo y el sentido más auténtico de nuestro culto y de nuestra adoración. Cuando el Espíritu Santo nos hace percibir la presencia del Señor y todo su amor por nosotros, nos caldea el corazón y nos mueve casi naturalmente a la oración y a la celebración. Piedad, por lo tanto, es sinónimo de auténtico espíritu religioso, de confianza filial con Dios, de esa capacidad de dirigirnos a Él con amor y sencillez, que es propia de las personas humildes de corazón[5]. “El don de piedad significa ser verdaderamente capaces de gozar con quien experimenta alegría, llorar con quien llora, estar cerca de quien está solo o angustiado, corregir a quien está en el error, consolar a quien está afligido, acoger y socorrer a quien pasa necesidad. Hay una relación muy estrecha entre el don de piedad y la mansedumbre. El don de piedad que nos da el Espíritu Santo nos hace apacibles, nos hace serenos, pacientes, en paz con Dios, al servicio de los demás con mansedumbre[6].

 Aprender a Orar, preparando el Año Santo.

4. Toda la Iglesia se prepara para la celebración del Jubileo en el año 2025[7]. El Papa Francisco desea que el año 2024 sea una preparación mediante un “Año de la Oración” para “favorecer la relación con el Señor y ofrecer momentos de auténtico descanso espiritual. Un oasis para descansar del estrés cotidiano donde la oración se convierte en alimento para la vida cristiana de fe, esperanza y caridad”[8].

La fe predicada, debe hacerse oración. Siempre”, afirmaba el Papa Francisco a los miembros de la “Junta Constructora” de la Basílica de la Sagrada Familia de Barcelona, a quienes recibió en la mañana del 17 de febrero de este año en El Vaticano. Ya disponemos de nuestro propio libro de Oraciones; “Orar con Jesús, Oraciones y Devociones”, que está teniendo una gran difusión en la diócesis y fuera de ella. Sin embargo, hago presente a todos que no debemos aflojar en el empeño y propósito de que cada persona que participa en la vida de la Iglesia pueda contar con este auxilio, que le facilitará el conocimiento de la enseñanza de la fe, su vida de oración y la asistencia a la Santa Misa y demás actos de culto a Dios.  Por esta razón, insto a los párrocos, administradores parroquiales y vicarios a un empeño mayor en la difusión y sobre todo en el uso de este librito. Una parte importante del camino en este Año de la Oración, será la Adoración Eucarística. Me alegro de que podamos contar durante el 2024 con una nueva capilla de adoración y que varias hayan retomado su funcionamiento con la vuelta a la normalidad. Pero también creo importante no ceder en el camino de la adoración perpetua, que debe ser el objetivo final de cada capilla de Adoración.

A los pobres siempre los tendrán con ustedes. (Mc 14,7 y Mt 26,11)

5. Ya tenemos entre los objetivos permanentes de nuestra vida pastoral el servicio a los más necesitados, porque el mandamiento de la Caridad forma parte de la misión esencial de la Iglesia. A Cristo lo encontramos en la Palabra revelada, en los sacramentos y también en los demás, especialmente en los pobres. Nos lo ha dicho el Papa Francisco: “Estamos llamados a descubrir a Cristo en ellos, a prestarles nuestra voz en sus causas, pero también a ser sus amigos, a escucharlos, a interpretarlos y a recoger la misteriosa sabiduría que Dios quiere comunicarnos a través de ellos[9].

Sea cual sea nuestra situación, siempre tendremos a nuestro alrededor a personas necesitadas. El amor que nos mueve al encuentro y auxilio de los más pobres está íntimamente ligado con el reconocimiento de que cada uno necesita de Dios y de los demás y con el desprendimiento de lo que nos encierra en intereses solo personales. La pobreza y la carencia nos recuerda que en Dios y en las relaciones interpersonales están nuestros tesoros, y que, para poder llevar una existencia generosa y alegre, todos hemos de vivir desprendidos de los bienes materiales de manera real. Esta experiencia personal nos limpiará la mirada para descubrir al otro.  “Los pobres —decía aquel amigo nuestro— son mi mejor libro espiritual y el motivo principal para mis oraciones. Me duelen ellos, y Cristo me duele con ellos. Y, porque me duele, comprendo que le amo y que les amo[10].

Todos conocemos que la situación de muchas familias ha empeorado en los últimos años, por una serie de factores. Esto implica mejorar la atención de las parroquias u otras instituciones eclesiales para atender efectivamente a quienes sufren y descubrir los sistemas y canales de nuestra presencia caritativa con esas familias y personas. La idea es continuar con los comedores solidarios, que ya llegan a varios miles de raciones mensuales, pero también, ser capaces de individualizar cada vez con mayor precisión y oportunidad a las familias y personas que están sufriendo por la falta de trabajo u otras carencias y mover a los miembros de las parroquias.

Servidores del Reino de Dios.

6. Queridos hermanos y hermanas, “la Iglesia, enriquecida con los dones de su Fundador y observando fielmente sus preceptos de caridad, humildad y abnegación, recibe la misión de anunciar el reino de Cristo y de Dios e instaurarlo en todos los pueblos, y constituye en la tierra el germen y el principio de ese reino. Y, mientras ella paulatinamente va creciendo, anhela simultáneamente el reino consumado, y con todas sus fuerzas espera y ansía unirse con su Rey en la gloria[11]. Trabajemos fielmente en la viña del Señor, cada uno en su lugar, como servidores del Reino de Dios, siguiendo aquellas ideas que por años les he trasmitido: silencio, oración y trabajo, tres claves de la eficacia de Cristo por medio de estos instrumentos ineptos y sordos que somos cada uno de nosotros.

Con mi afectuosa y agradecida bendición, al inicio del mes dedicado a San José, esposo de la Bienaventurada Virgen María.

 

+Juan Ignacio

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[1] Anunciar a Jesucristo caminando juntos (iglesia.cl) CECH. Orientaciones Pastorales 2023-2026. n 42
[2] San Francisco de Sales, Trat. del amor de Dios, 15, 1
[3] San Pio X, Carta, 11-VI-1909
[4] Papa Francisco. Audiencia, 14 junio 2014
[5] Ibid.
[6] Ibid
[7] Jubileo 2025: estas son todas las fechas para las peregrinaciones por categorías eclesiales – ZENIT – Espanol 
[8] Rino Fisichella. Pro Prefecto para la Evangelización de los Pueblo. Sobre el Jubileo 2025
[9] Exhort. ap. Evangelii Gaudium, n. 198
[10] Surco 827
[11] Conc. Vat. II, Const. Lumen gentium, 5