Vconferencia1

Algunos Aportes a la Preparacion de la V CONFERENCIA DEL EPISCOPADO Latinoamericano

Discípulos y misioneros de Jesucristo,para que nuestros pueblos en Él tengan vida.

Vconferencia1

INDICE

Introducción

Breve diagnostico previo.

Lo que manifiesta nuestros errores

APORTES EN ASPECTOS ESPECIFICOS

  1. Retomar la misión como punto central del mensaje evangelizador: formación de personas.
  2. Estabilidad y permanencia de los sacerdotes y obispos en las diócesis y parroquias.
  3. Formación permanente del clero.
  4. Diaconado permanente y caminos de discernimiento.
  5. La vida consagrada y su aporte a la santidad y la misión.
  6. Defensa de la vida humana.
  7. Educación en la afectividad y otros temas conexos.
  8. La brecha entre los más ricos y los mas pobres: no sólo justicia sino también caridad.
  9. Comunicaciones e Imagen eclesial.

Introducción

La diócesis de San Bernardo, teniendo en cuenta la importancia del encuentro eclesial al que los Obispos de América Latina y el Caribe han sido convocados por el Papa Benedicto XVI ha querido seguir un proceso para hacer su aporte propio a las ideas fundamentales.

Dichos aportes nace de lo que los diversos agentes pastorales han señalado en las instancias propias y particularmente del la Visita Pastoral que el Obispo diocesano esta realizando a todas las comunidades parroquiales durante los meses de julio agosto, septiembre y octubre en las cuales se ha reunido con los Consejos Pastorales, los Consejos Económicos y con todos los agentes pastora-les, compartiendo las inquietudes, revisando las prioridades y escuchando sus preocupaciones. Ha resultado esta experiencia de particular riqueza, ya que el mismo pastor diocesano, los párrocos y los que colaboran con el en el gobierno pastoral ha tenido de primera voz las experiencias, necesi-dades éxitos y fracasos de nuestras iniciativas pastorales. Por su parte, también enriquecen esta pre-sentación los aportes hechos por las tres Vicarias zonales de la diócesis, por las Vicarias ambienta-les de la educación y la familia y por la Conferre diocesana, que en sucesivas reuniones ha analiza-do la respectiva ficha. El consejo Diocesano de Educación y la Pastoral Social por medio del Con-sejo Diocesano de Pastoral, ha dado también importantes contribuciones, como asimismo el Depar-tamento de Comunicaciones

Para la presentación de este DOCUMENTO DE APORTES A LA V CONFERENCIA se-guiremos el siguiente esquema.

Primero un diagnostico de falencias y problemas que detectamos y que pueden ilustrar ca-minos a seguir y luego, una exposición en algunas areas del trabajo pastoral.

Breve diagnostico previo.

Al mismo tiempo que hemos vuelto a descubrir la acción de Dios por medio de la Iglesia, particu-larmente entre los más pobres y necesitados, que son una gran mayoría en nuestra diócesis, y con ello los aspectos positivos del trabajo apostólico, también hemos intentado ir detectando nuestra falencias y dificultades o aquellas que no necesariamente estando entre nosotros influyen en nuestro caminar. Estas falencias las captamos como elementos que hacen difícil el discipulado y que la vida de Cristo alumbre la nuestra para que tengamos vida en El.

Nos parece conveniente poner por escrito algunos puntos concretos que expresan deforma-ciones en la transmisión del mensaje evangelizador y que, por regla general afecta a una parte de nuestro clero y provocan diversos efectos dañinos en el pueblo de Dios. En el presente apartado de nuestro documento no se trata de identificar personas o hechos concretos, sino de aquellas que co-nocemos por nuestro trabajo episcopal, intentado deducir el sustrato más profundo – teológi-co/eclesial – que se esconde tras esas posturas.

La V Conferencia del Episcopado Latinoamericano puede ser un momento para analizar algunos de estos temas.

1. Nuestras comunidades diocesanas perciben en muchos ambientes eclesiales una excesiva preocupación por la acción social de la Iglesia, consecuencia de estilos maneras de ser del pasado, pero que por su envergadura confunden a las comunidades más jóvenes. Parece necesario tener muy en cuenta las enseñanzas del Papa Benedicto XVI en su primera encíclica, en cuanto a que en la acción eclesial son inseparables el anuncio de la Palabra, la celebración de los Sacramentos y la caridad social. “La naturaleza íntima de la Iglesia se expresa en una triple tarea: anuncio de la Pala-bra de Dios (kerygma-martyria), celebración de los Sacramentos (leiturgia) y servicio de la caridad (diakonia). Son tareas que se implican mutuamente y no pueden separarse una de otra. Para la Igle-sia, la caridad no es una especie de actividad de asistencia social que también se podría dejar a otros, sino que pertenece a su naturaleza y es manifestación irrenunciable de su propia esencia.” (n.25)

2. En algunos ambientes de nuestra realidad eclesial nacional se manifiesta una abierta y soste-nida disidencia con las enseñanzas que en materia moral son parte del Magisterio de la Iglesia. Esta disidencia no sólo se produce en temas que por su contenido tocan aspectos del orden secular – por ejemplo la enseñanza sobre la indisolubilidad del matrimonio – sino otras directamente morales como la doctrina de la Iglesia sobre la anticoncepción, la virtud de la castidad etc. que no siendo el centro del mensaje evangelizador, son necesarios para que este llegue al fondo del corazón. Esta realidad también golpea fuerte a comunidades de las jóvenes Iglesias, pues los fieles encuentran un doble discurso en estas materias con seria confusión para muchos.

Atención de la V Asamblea. Parece que no siempre hemos tenido presente las normas que a este respecto se enviaron a las diócesis en 1996, con una interpretación del canon 395 . Este hecho

Lo mismo cabe decir respecto de la permanencia en su lugares habituales de trabajo pastoral de los párrocos y otros sacerdotes, en especial en diócesis pequeñas donde su ausencia implica dejar de atender a las comunidades. Se han multiplicado las reuniones sacerdotales, muchas de ellas sin una verdadera significación o necesidad pastoral, sea a nivel de encuentros interdiocesanos u otros encuentros promovidos por los diversos departamentos de la conferencia episcopal. Parece necesa-rio racionalizar al máximo estos encuentros, pues existe la idea de que si una diócesis no envía a sus representantes es por alguna calificación negativa del encuentro.

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2 Communicationes, 28 [1996] 182-186) Quaedam Congregatio tres quaestiones de obligatione Episcoporum in dioece-si residendi proposuerat: « … sul preciso significato del disposto codiciale e, in particolare, circa la portata delle ecce-zioni previste al § 2 del canone 395: ‘Praeterquam causa… Episcoporum conferentiae, quibus interesse debet, aliusve officii sibi legitime commissi’. Ci si chiede altresì, se nel computo del mese si debba calcolare o meno il tempo di va-canze ».

3. Formación permanente del clero

La formación permanente de los presbíteros forma parte de la propia vocación, como ha enseñado clara y ampliamente el Papa Juan Pablo II en la Exhortación Apostólica “Pastores dabo vobis” (nn. 70.81); y todas las instancias pastorales diocesanas serían ineficaces si no se cuenta con la convicción y el deseo personal de cada sacerdote, de crecer en los diversos ámbitos de su personal formación: humana, intelectual, espiritual y pastoral, dentro de una orientación permanente de configuración con Jesucristo Cabeza, Pastor y Esposo de la Iglesia; y de una Iglesia entendida como Misterio, Comunión y Misión. Sin embargo, pese a ser un elemento esencial en la formación.Se describe someramente el conjunto de iniciativas que ayudan a los sacerdotes a su formación, procu-rando sistematizarlas según las diversas áreas o ámbitos mencionados.

1 Formación humana.

Se debe procura fomentar la fraternidad entre los sacerdotes a través de encuentros y reunio-nes frecuentes, a diversos niveles. Ante el trabajo excesivo y la multiplicidad de obligaciones de los sacerdotes, en necesario que los Obispo manifiesten de forma muy concreta que las instancias de fraternidad diocesana son – por regla general – más importantes que los trabajos pastorales y que las ausencias a ellas son excepciones que deben ser comunicadas previamente. En este sentido estima-mos muy necesario que los aspectos relativos a la amistad sacerdotal se cultiven a fondo en el semi-nario, haciendo que la diversas comunidades tengan una vida comunitaria rica y donde se compar-tan no solo los elementos propios de la vida del seminarios, sino también aficiones deportivas, cul-turales, etc. Para eso se puede implantar en los seminarios de forma ordinaria la reunión comunita-ria después de algunas de la comidas, momento de esparcimiento en los cuales los jóvenes aprenden a conocerse, intercambiar, conocer las opiniones de los demás, etc. Es una herramienta muy impor-tante en la formación humana de los futuros sacerdotes.

Las reuniones mensuales de presbiterio mensual, que incluyen siempre dos momentos de compartir: el desayuno y el almuerzo, son también momento importantes de la vida diocesana y muchas veces puede suceder que existen ausencia constante de algunos presbíteros, lo cual puede denotar otras realidades que es necesarios advertir con oportunidad.

Las reunión zonales y decanales mensuales tiene también este aspecto de fomentar la amis-tad y el trato humano entre los presbíteros, como también los paseos sacerdotales una vez al año, cerca de Navidad, de duración de una mañana y parte de la tarde y bie 3. No puede esconderse que en muchos ámbitos el sacramento de la confesión ha pasado al olvido y que en otros casos son tan disímiles los criterios morales de los sacerdotes para juzgar lo que los fieles llevan a la confesión, que muchos quedan escandalizados y no vuelven a acercarse a este sacramento, al comprobar que muchas veces se trata de apreciaciones personales mas que de la enseñanza de la Iglesia. Esto lleva a proponer que se vuelva a insistir en la formación permanente del clero en estas materias, como lo señalaremos en el apartado relativo a dicha formación.

4. Tampoco puede silenciarse las graves faltas de respeto al Señor sacramentado, cuando mu-chos sacerdotes invitan a comulgar sin tener en cuenta las enseñanzas de la Iglesia sobre la ilicitud y gravedad de comulgar con conciencia de pecado grave. Esta realidad es especialmente preocupante en nuestras diócesis por la habitual presencia de sacerdotes de otras iglesias particulares que vienen a celebrar los sacramentos, especialmente el matrimonio, que invitan a los fieles a acompañar a los novios mediante la comunión, cuando muchos de ellos no están preparados. Esto hiere gravemente la unidad eclesial, además de ser una ofensa a nuestro Señor.

5. Las absoluciones generales, pese a las indicaciones recientes llegada desde la Santa Sede, siguen practicándose en algunos ámbitos, contrariando abiertamente las enseñanzas de la Iglesia sobre esta materia. También esto es motivo de falta de comunión de muchos fieles con los sacerdo-tes que quieren ser fieles al magisterio de la Iglesia, particularmente cuanto se trata de sacerdotes de otras iglesias que actúan en la nuestra, creándose una seria confusión.

6. También se continúa la práctica de bendecir matrimonios civiles que no pueden celebrarse canónicamente por parte de algunos sacerdotes en abierta contradicción con la enseñanza de la fe. Asimismo, en algunos casos se siguen celebrando matrimonio en lugares no aptos, como son las casas de eventos, etc. especialmente en áreas rurales de las grandes ciudades. Todo ello pese a las claras disposiciones del CIC, de los Directorios de Pastoral. Queda así la impresión de que hay dió-cesis donde por rigorismo esto está prohibido y en otras, mas abiertas, esto es posible. Esta realidad también crea malestar en los fieles respecto de los sacerdotes y obispos que quieren mantener las normas sobre estas materias.

7. La anterior realidad ocurre en un medios eclesial caracterizado por una extendida ignoran-cia, especialmente en las generaciones que hoy están llegando a la edad adulta, lo cual hace que el grado de confusión y aceptación de ideas contradictorias o no completamente conformes con la en-señanza de la Iglesia adquieran gran fuerza y quienes enseñan las verdades que deben ser enseñadas aparezcan como solitarios o sean encasillados como conservadores o rigoristas, etc.

8. Es especialmente preocupante comprobar cómo en el ámbito de algunos institutos de vida reli-giosa, sean masculinos o femeninos, se han extendido serias y sostenidas deformaciones del mensa-je evangélico, particularmente por el ingreso de categorías sociológicas, lo cual, entre otros efectos, provoca la dificultad de integrar su trabajo en el servicio pastoral diocesano.

9. También es necesario hacer presente que en algunos ámbitos es demasiado fuerte la conni-vencia político-religiosa, especialmente en las relaciones con las autoridades gubernativas, de ma-nera que eso influye en la capacidad de la Iglesia de presentar una visión crítica en temas esenciales. Hay una perdida de la capacidad de denuncia y una cierta incapacidad de mostrar que muchas de las situaciones que se deben corregir, sobretodo las referidas a las políticas que se relacionan con la dignidad de la persona humana, tienen un sustrato ideológico cuyo fundamento es una antropología errada.

10. También es necesario señalar que las normas sobre el uso de los ornamentos liturgicos y disposiciones sobre la celebración de los sacramentos, particularmente la Eucaristía, son dejadas de lado y se comenten abusos dolorosos, porque se refieren a lo mas santo y sagrado que tenemos en la Iglesia, la presencia de Cristo en el Sacramento del altar.

Lo que manifiesta nuestros errores
Parece necesario no sólo señalar las deficiencias disciplinares, organizativas, etc. que puedan existir, sino el sustrato teológico en que ellos se sustentan y que da fundamento a esas conductas, especialmente en un tiempo marcado por una secularización acelerada de muchos ambientes de nuestras iglesias y de nuestro agentes pastorales.

La pérdida de la fe y su inteligencia, imponiéndose una visión racionalista de la fe y de la Revelación. Aquello que del mensaje cristiano se hace muy incomprensible para el hombre moder-no se silencia. Esto ocurre particularmente en los temas de moral y dogmática que por su naturaleza son difíciles de explicar

Inmanentismo que cierra las realidades humanas a la trascendencia, no dejando casi ningún espacio o mínimo a la gracia y centrando parte importante de nuestra “eficacia” en la acción. La Primacía de la gracia, que fue una llamado tan fuerte de Juan Pablo II en el inicio del tercer milenio parece no hacer tomado el lugar central .

La Iglesia considerada como un acontecimiento vital pero subjetivo. Se trata de una vivencia personal y comunitaria que más tiene que ver con la visión horizontal que con el encuentro personal con el Dios vivo.

Una relativización de la universalidad y unicidad del mensaje de Cristo, de su condición del Hijo de Dios, de su presencia en la Iglesia y sobre todo de la verdad católica respecto de la Eucaris-tía. Se ha introducido en muchos ambientes eclesiales un verdadero sincretismo religioso quedando reducidas al silencio la universalidad y unicidad del mensaje de salvación de Jesucristo y de la Igle-sia Católica.

Han entrado en algunos ambientes teológicos nuestros las ideas de las llamadas teologías del pluralismo religioso, lo cual implica una grave deformación de Cristo, según la verdad católica.

Un silencio casi total en la enseñanza de la Iglesia acerca del destino final del hombre y del mundo, con gravísimas confusiones sobre las postrimerías, la vida futura, etc. que contribuye a que nos sintamos instalados en este mundo. Es común en algunos ambientes católicos la creencia en la reencarnación, u otras teorías orientales, que han logrado gran arraigo entre nosotros, así como practica semiesotéricas o directamente esotéricas, que se realizan en ambientes católicos.

Una ausencia casi total de la enseñanza de la fe sobre el maligno, su existencia, su acción y su capacidad de torcer el camino de muchos hombres y mujeres.

Una concepción de la Iglesia fundada en elementos seculares de la democracia representati-va, en virtud de lo cual la legitimidad de las afirmaciones de los pastores y ministros está en directa relación con su aceptación u origen en las bases. Se ha introducido un cierto democratismo eclesial, que comienza a afectar elementos más esenciales de la vida de la iglesia y que recuerdan la llamada Iglesia popular. Una expresión de esta concepción es el cierto asambleísmo que se ha introducido, que va estableciendo la idea de que es la comunidad es la que tiene que legitimar todos los procesos e iniciativas apostólicas y las determinaciones de las autoridades quedan sujetas a esa prueba de su veracidad y garantía.

– Una concepción de la misión de los Obispos como orientadores y guías, sin capacidad re-conocida para ejercer el munus regendi . En ciertos ambientes eclesiales se duda de procedimientos de la Santa Sede sobre el nombramiento de Obispos y se pone en tela de juicio a algunos. Si bien estos no se expresa abiertamente, si en escritos reservados, panfletos u otras publicaciones especia-lizadas.

– Es manifiesto en algunos ambientes eclesiales y sobre todo de la vida religiosa una abierta desafección a Papa Benedicto XVI y a sus enseñanzas. Casi no se habla del Papa, no se hace eco de sus enseñanzas y en muchos casos hay una crítica solapada.

– En el orden disciplinario y de la formación del clero es necesario tener presente algunos aspectos muy delicados. Se ha introducido en algunos ambientes del clero una visión secularizada del ministerio sacerdotal que conduce al abandono de sus elementos esenciales, propios de la vida de los presbíteros y particularmente en la sobriedad, pobreza y sencillez como el estilo de vida de Jesús que el pueblo cristiano espera de los sacerdotes.

– Continúas fallas en la vivencia del compromiso del celibato por no vivir las normas más elementales de cuidado en el trato con personas del otro sexo o con jóvenes. Muchos sacerdotes no comprenden bien el sentido del celibato en la Iglesia Latina y trasmiten sus propias inseguridades a los fieles, creándose una vaga sensación de que lo que le Iglesia pide es imposible. Esto influye en nuestros seminarios, donde también hay defecciones de seminaristas ante la posibilidad de no poder vivir en celibato.

– Pese a las insistencias de muchos documentos de la Santa Sede, la formación permanente del clero sigue siendo un tema solo parcialmente resuelto.

– La vida ascética y espiritual de muchos sacerdotes es muy escasa. No todos celebran di-ariamente la Eucaristía, se ha dejado en muchos casos la oración mental y hay abandono de la Li-turgia de las Horas, abandono de la confesión frecuente y de un acompañamiento espiritual regular.

– Las disposiciones sobre el traje eclesiástico, tan claramente expuestos en las normas complementarias, no siempre se viven en ciertos ambientes y en otros se han olvidado completa mente, particularmente entre el clero religioso.

– Las celebraciones litúrgicas en algunos lugares se han ido mostrando plenos de innovacio nes personales, modificaciones que en muchos casos hacen dudar acerca de la validez de los mismos. Hay sacerdotes que celebran la Eucaristía sin ornamentos, concelebran mezclados entre el público, usan espacios impropios para la celebración de la Eucaristía, utilizan utensilios de uso pro fano para contener el Cuerpo y la Sangre del Señor,etc

– Silenciamiento de la enseñanza de la Iglesia sobre algunos temas morales decisivos como la actuación de los católicos en la vida pública y en coherencia con el mensaje de la Iglesia. Muchos hombres y mujeres católicos que actúan en la vida pública, reivindican su condición de tales y proponen iniciativas legales contrarias a la enseñanza evangélica de la fe de la Iglesia, siendo mo tivos de escándalo para muchos a la par que la jerarquía no es capaz de corregirlos públicamente o incluso sabe que hay sacerdotes que apoyan e impulsan sus convicciones (divorcio, aborto terapéu tico – anticoncepción, etc.)

APORTES EN ASPECTOS ESPECIFICOS

1. Retomar la misión como punto central del mensaje evangelizador: formación de per-sonas

En los diversos aportes de las comunidades diocesanas ha estado muy presente este tema, en sintonía con el ser discípulos de Jesucristo, según la propuesta del Documento de Participación. Sin repetir lo que ya se indica en el documento señalado, la idea fundamental que ha estado presente es la de la formación de las personas. En este sentido se ha tenido en cuenta la formación que estan recibiendo muchos agentes pastorales, – mas del 10% están en un curso regular de 2 años camino a un Diplomado en Catequesis Parroquial. Parece necesario estructurar el trabajo pastoral fundamentalmente sobre la idea de formar personas para la misión, lo cual implica varias realidades que pueden ser de interés para el desarrollo de la Asamblea.

En primer lugar, los sacerdotes y religiosos deberían dedicar un tiempo importante del esca-so que poseen a atender personas concretas, no sólo actividades o eventos. En algunas ocasiones esta necesidad se pierde de vista y el activismo hace que no existan tiempos dedicados al acompa-ñamiento espiritual de los laicos y a la administración del sacramento de la reconciliación. «Es ne-cesario prestar atención a los peligros de una actividad excesiva, independientemente de la condi-ción y el oficio que se desempeña, observa el santo, pues –como dice al Papa de ese tiempo, y a todos los Papa y a todos nosotros– las numerosas ocupaciones llevan con frecuencia a la “dureza del corazón”, “no son más que sufrimiento para el espíritu, pérdida de la inteligencia, dispersión de la gracia”», ha señalado recientemente el Papa Benedicto XVI en la fiesta de San Bernardo.

En nuestras comunidades escasas de atención sacerdotal muchas veces, este espacio para la formación personal de los laicos es esencial, pues es la única manera de que aprendan a tener una mas profunda vida interior y desde ella se transformen en multiplicadores del anuncio de la Palabra y entren en el camino del discipulado. Se trata de ser misioneros, pero también de dedicar tiempo a formas a esos nuevo misioneros del siglo XXI.

A la luz de los comentarios e intercambios realizados en muchas de las comunidades, se puede percibir que los agentes pastorales deben ser los primeros destinatarios de esta solicitud de los sacerdotes y religiosas. Es decir, dado la falta de formación de nuestro laicado, a ese grupo que unido a su párroco forman parte de aquellos verdaderamente comprometidos en el trabajo pastoral, es necesario que el párroco y los sacerdotes les dediquen un esfuerzo particular en dos sentidos, el primero en la formación específica para la misión y luego en el acompañamiento espiritual perso-nal.

2. Estabilidad y permanencia de los sacerdotes y obispos en las diócesis y parroquias

En diversas reuniones del clero este tema ha sido tratado, pues parte importante de la eficacia del trabajo pastoral tanto de los sacerdotes como del Obispo esta relacionado con su presencia en los trabajos pastorales y su permanencia en la diócesis. En especial, dadas las necesidades actuales del clero, la presencia y cercanía del Obispo es fundamental.

Como se señala en el Directorio para los Obispos “el servicio de amor y la responsabilidad en relación con la Iglesia particular requieren del Obispo la observancia de la antigua ley de la resi-dencia, siempre actual y necesaria para asegurar el buen gobierno pastoral.(480) Ésta es una obliga-ción fundamental del Obispo: en efecto, el primer deber del Obispo se refiere a su diócesis y para poderlo cumplir adecuadamente es, ante todo, necesario que resida en ella. El Obispo debe perso-nalmente residir en la diócesis aún cuando tenga un Coadjutor o un Auxiliar. Podrá alejarse legíti-mamente de la diócesis por un mes cada año, continuado o con interrupciones, tanto para las propias vacaciones como por otros motivos. En todo caso, el Obispo, antes de alejarse de la diócesis, deberá organizar las cosas de tal manera que por su ausencia no derive ningún daño a la diócesis, y provee-rá cuanto sea necesario para garantizar la conducción de la Iglesia particular.
(n.161). Los compro-misos del Obispo a favor de la Iglesia universal como: la Visita ad limina, la participación en el Concilio Ecuménico o particular, en el Sínodo de los Obispos y en la Conferencia Episcopal no entran en el mes a disposición del Obispo, así como tampoco entran los días para los ejercicios espi-rituales o aquellos dedicados a encargos particulares recibidos de la Santa Sede. También en estas circunstancias el Obispo cuide de estar ausente de la diócesis sólo por el tiempo estrictamente nece-sario. Para otras ausencias el Obispo debe pedir licencia a la Santa Sede.

Aun cuando en los tiempo actuales lo viajes representan muchas veces una necesidad y en si mismo no demandan excesivo tiempo, resulta demasiado evidente que se han multiplicado el núme-ro de estos y por tanto las ausencias de los Obispo de sus diócesis, de lo cual, se pueden seguir, mu-chas veces perjuicios para el servicio pastoral. Se estima conveniente que este tema puede ser objeto de lan organizados, con momentos de compartir, juegos y diversiones, cine, etc.

En esta misma línea se inscribe la idea de lograr que los presbíteros que atienden una deter-minada zona pastoral o decanal vivan juntos en una casa común, de manera que puedan tener algún tipo de vida comunitaria

2. Formación intelectual.

Uno de los aspectos que con mayor fuerza expresa la confusión actualmente existente en nuestro clero es el relativo a la moral católica, donde se dan disparidades de pensamiento y de ac-ción que escandalizan al pueblo católicos. Esto es especialmente grave en el caso del clero y parti-cularmente en el ejercicio del ministerio sacramental de la confesión. Por esta razón proponemos que la Asamblea episcopal fije su mirada en este tema y particularmente en la necesidad de que los sacerdotes tengan criterios morales comunes en algunos temas vitales, relacionados con el fuero interno. Es especialmente importante poner atención al documento del Pontificio Consejo para la Familia, Vademecum para los confesores sobre algunos temas de moral conyugal, cuya incidencia en la trabajo pastoral ha sido muy menor. En este mismo orden de ideas. Se propone que en cada reunión de presbiterio, además de los temas pastorales, se use el método del caso para resolver cues-tiones prácticas de moral, previamente enviado a cada sacerdote por escrito y que uno de ellos lo debe estudiar y exponer en ese momento, con la posterior participación de los demás sacerdotes. Este sistema permite compartir las ideas fundamentales sobre temas comunes y aunar criterios.

Asimismo, en esas reuniones mensuales o con la periodicidad que se estime del caso, se po-dría procura dejar un momento para el desarrollo de algún tema doctrinal relacionado con eventos eclesiales o momentos del año litúrgico y particularmente con documentos eclesiales de importan-cia. En el caso de muchos sacerdotes, no existe la posibilidad de que accedan a libros modernos y de buena orientación, razón por la cual también puede ser conveniente que se establezcan algunas bibliotecas sacerdotales y que esté a disposición de los sacerdotes la posibilidad de acudir a la Bi-blioteca del Seminario. Asimismo, se puede procurar que a todos los sacerdotes les llegue alguna buena revista con material eclesial de apoyo.

3. Formación espiritual.

Un tema en que se ha cedido mucho terreno es el de los ejercicios espirituales para el clero. (c. 276, 4) En muchos casos se ha pedido la costumbre de un cierto silencio y no es raro que un nú-mero importante de sacerdote no asista a su retiro anual como esta indicado. Abría que insistir en la duración un poco mas extensa de los ejercicios para que los participantes alcances un cierto nivel espiritual. En este sentido, es muy importante que las diócesis se abran a las diversas espiritualida-des que pueden aportar a la formación sacerdotal, como asimismo a las asociaciones sacerdotales que con estos fines existen en muchas naciones o a nivel universal. (c. 278) Eso da un riqueza a la formación del presbiterio Es muy conveniente que siempre el Obispo asista a ese retiro y en algunos casos es necesario planificar varios al año, de manera que todos puedan asistir.

Al mismo tiempo, por lo menos regularmente, cada dos meses, se tiene un breve retiro espi-ritual de duración de una mañana, con dos meditaciones y Adoración eucarística. También en cier-tos casos se verifica que este medio de formación espiritual y de fomento de la fraternidad ha pasa-do a un segundo lugar. Una idea para compartir es la de escribir una carta breve, dirigida a los sa-cerdotes de la diócesis, con una motivación y contenido principalmente espiritual, a fin de alentarlos en sus vidas y trabajos. Para los sacerdotes jóvenes este medio es muy importante y permite al Obispo y recorriendo temas de importancia y actualidad para su vida espiritual y para su formación.

4. Formación pastoral.

En la reunión mensual de presbiterio, junto con los elementos informativos que el Sr. Obis-po procura, en muchas oportunidades es conveniente invitar a diversas personas, clérigos o laicos, a que expongan diversos temas relacionados con la actividad pastoral, ya sea de la habitual como de diversos sectores específicos. En algunos casos da buen resultado que los diversos departamentos o vicarias de una información acerca del trabajo.

4. Diaconado permanente y caminos de discernimiento.

Esta reflexión se centra en aspectos pastorales concretos, teniendo presente que los aspectos teoló-gicos y doctrinales están suficientemente claros, particularmente después de las Orientaciones pastorales para el diaconado permente de la CECH 2006.

Siguen existiendo dificultades para la comprensión del trabajo pastoral de los Diáconos permanentes. Estas no solo son de ámbito practico, sino que también tiene fundamentos de otra ín-dole. Entre ellos los siguientes: al atender comunidades a las que el sacerdote no puede llegar se produce una acostumbramientos de los fieles a las celebraciones dominicales sin presencia del pres-bítero y por tanto sin posibilidad de celebración de la Eucaristía y sin posibilidad de acceso al sa-cramento de la reconciliación. Asimismo, dicha situación puede provocar que el tema de las voca-ciones al sacerdocio quede en un lugar secundario en las comunidades.

En algunos sacerdotes jóvenes se nota una actitud de no comprensión o integración del Diá-cono permanente, como Ministro instituido en el tercer grado del Sacramento del Orden y no se percibe claramente su necesidad. Algunos hermanos diáconos perciben que existe una cierta utiliza-ción, pero no se lo ve en su dimensión de carisma de perfección de la Iglesia. Los cambios de pá-rroco, a veces, dejan al Diácono inestable en su Ministerio. En algunas diócesis para evitar estas situaciones se destinan los diáconos a un trabajo supraparroquial, dependientes de los vicarios.

En otros casos existe cierta desconfianza respecto de la formación doctrinal que imparten los diáconos en las comunidades, más allá de su aporte sacramental y litúrgico. No siempre participan en la formación, en las comunidades parroquiales y con los grupos de catequistas.

Se ve necesario ayudarlos en una renovación teológico pastoral que los apoye en su Ministe-rio. Parece necesario establecer algún sistema de formación permanente, que es especialmente com-plejo por la realidad ocupacional y familiar que cada uno tiene Se sugieren algunas materias: Sagra-da Escritura, Cristología, Eclesiología, Teología Fundamental, Historia de la Iglesia, Espiritualidad, Pastoral y Catequesis. Derecho Canónico, Bioética, y Moral, especialmente Doctrina Social de la Iglesia. En algunos casos podría integrarse a los medios de formación permanente de los catequistas o de los profesores de religión existen en las diócesis.

También para las diócesis pequeñas es muy difícil cumplir las exigencias de formación ne-cesarias para que los candidatos accedan al diaconado permanente.
La integración de los diáconos permanentes a la formación regular de clero es muy difícil por razones de sus particulares obligaciones y lo mismo ocurre en el caso de las reuniones y en-cuentros decanales y zonales. Este es un tema no resuelto.

Aunque las normas sobre la sustentación de los diáconos estad muy definidas, parece nece-sario proveer a algún tipo de fondo económico diocesano al que ellos puedan acceder en caso de situaciones difíciles, familiares, laborales, etc.

Finalmente se sugieren, de acuerdo con la Encíclica Dios es Amor, del Papa Benedicto que a los Diáconos permanentes se les encarguen las tareas diocesanas de ayuda fraterna y de caridad, ya que responden muy bien a su ministerio de Cristo servidor. Esto no significa excluir a las personas que actualmente trabajan en ese campo, pero establecer una cierta especialización de su servicio ministerial en este ámbito.

5. La vida consagrada y su aporte a la santidad y la misión

Teniendo en cuenta el trabajo realizado por las religiosas reunidas en la CONFERRE diocesana, que durante las reuniones mensuales de trabajo desarrollaron la propuesta sobre la Vida consagrada, la diócesis de San Bernardo hace los siguientes aportes en este ámbito.

¿Qué significa para nuestra misión, la persona de Jesucristo?

La persona de Jesucristo significa el “…ideal vivo y perenne de todos los consagrados. De su palabra se vive, en su compañía se camina, de su presencia interior se goza, de su misión salvífica se participa. Su persona y su misterio son el anuncio y el testimonio esencial de vuestro aposto-lado…” (Carta apostólica de S.S. Juan Pablo II a los religiosos y religiosas de América Latina con motivo del V Centenario de la Evangelización del Nuevo Mundo n.16)

El Señor Jesús ocupa un lugar central en nuestra misión. La persona de Jesucristo, nos invita a desplegarnos como Él en la misión a la que nos ha convocado. Nos impulsa con su ejemplo a en-tregar la vida como Él lo hizo por la salvación de los seres humanos.

Este anhelo profundo de vivir ayudando, sirviendo a los demás, late hondo en el corazón de nosotros como consagrados y cuyo origen está en la persona de Jesucristo. Es Él quien anima y da sentido pleno a nuestra consagra-ción. Como dice el Papa Juan Pablo II en el párrafo citado, la persona de Jesucristo es nuestro ideal vivo y perenne.

¿Qué nos exige a las religiosas y religiosos la promoción de la vida en Cristo en nuestro pue-blo?

Centrar nuestra vida en el encuentro personal y comunitario con el Señor Jesús, siendo fieles a la Iglesia y al carisma propio de cada uno. La coherencia de vida, estar preparados para afrontar los nuevos desafíos del mundo de hoy, vivir un proceso de inculturación en el lugar en donde estemos siendo siempre fieles a lo esencial del Evangelio, con creatividad, audacia y ardor.

Una auténtica experiencia espiritual de discipulado, ¿qué consecuencias tiene para las rela-ciones interpersonales en nuestra vida comunitaria?

Formación de los catequistas y agentes pastorales en este mismo conocimiento y fidelidad de enseñanza.

7. Educación en la afectividad y otros temas conexos

Una de las grandes dificultades de la Iglesia en América ha sido el abandono de la educación en la afectividad de nuestros jóvenes en manos de la escuela y la incapacidad de formar padres que sean capaces de entregar esta formación a sus hijos. Esto es especialmente complejo en los ambientes populares donde la destrucción de la familia es más notoria, pero se puede afirmar que está presente en todos los ámbitos de la sociedad. Es necesario volver a documentos fundamentales en esta ma-teria como las “Orientaciones educativas sobre el amor humano Pautas de educación sexual” de la Congregación para la Educación Católica, de noviembre de 1983, Sexualidad humana: Verdad y significado. Orientaciones educativas en familia, del Pontificio Consejo para la Familia, de diciem-bre de 1995, Declaración Persona humana sobre algunas cuestiones de ética sexual, de la Congrega-ción para la Doctrina de la Fe, de 1975.

Asimismo, en este mismo orden de cosas, parece conveniente volver a recordar en forma sistemática la enseñanza de la Iglesia acerca de la sexualidad, afirmando su valor positivo, de entre-ga y de don dado por Dios al hombre y su directa relación con la unión conyugal. En este sentido, la Conferencia puede ser un momento oportuno para solicitar a los gobiernos de América un compro-miso autentico con una educación en la afectividad en nuestros pueblos, particularmente por medio de la familia. Parece necesario denunciar con firmeza las políticas abusivas adoptadas por muchos gobiernos en este ámbito y particularmente las políticas masivas de distribución de la llamada píldo-ra del día después, del preservativo y otras que atenta contra una visión verdadera de la sexualidad.

Relacionado también con estos temas, es necesario hacer presente que la Iglesia y los me-dios con que dispone son un instrumento adecuado para la formación de nuestras juventudes en una afectividad verdadera, respetuosa del otro y que relaciona el ejercicio de la misma con la unión conyugal. En especial, parece conveniente volver a plantear la necesidad de dar un lugar preponde-rante a los padres en la educación de la afectividad, respetando el principio de subsidiariedad, que implica entregar a los padres los instrumentos adecuados para dicha educación, permitiendo que la escuela sea un lugar donde diversa posibilidades de educación en la afectividad sean posible, que-dando la elección en manos de los padres, que son los primeros educadores.

6. Defensa de la vida humana

Uno de los temas que mayores amenazas recibe hoy en nuestro continente el la vida humana. Desde las leyes de aborto introducidas en algunos países, hasta una política pública de control demográfico, llegando a la distribución masiva de la píldora del día después, la esterilización y le-yes sobre eutanasia, son algunos hitos que expresan que la enseñanza acerca del respeto a la vida desde la concepción hasta la muerte sufre constantes atropellos. Es un signó de muerte muy grave presente en nuestro continente, todo ello sin referirnos a los efectos morales, económicos y políticos que las caídas en las tasas demográficas implican.

El siervo de Dios Juan Pablo II en su discurso inaugural en Puebla (1979), al predicar sobre la verdad del hombre afirmaba que: “La nuestra es, sin duda, la época en que más se ha escrito y hablado sobre el hombre, la época de los humanismos y del antropocentrismo. Sin embargo, para-dójicamente, es también la época de las más hondas angustias del hombre respecto de su identidad y destino, del rebajamiento del hombre a niveles insospechados, época de valores humanos conculca-dos como jamás lo fueron antes”. El mismo Papa en la Carta Encíclica Evangelium Vitae (1995), después de describir el “eclipse del valor de la vida”, y del desencadenamiento de una especie de “conjura contra la vida” ante la La experiencia espiritual del discipulado aporta a la vida comunitaria, la mirada bondadosa y mise-ricordiosa con la que cada uno es visto por el mismo Señor. Entendernos como discípulo del Señor Jesús, nos hermana en una misma fe, es un mismo corazón y en una misma alma; nos hace ser de Cristo y por ello, todos, una misma familia. Por lo tanto, nuestros lazos fraternales se estrechan y encuentran su sentido en este caminar unidos hacia el encuentro pleno con el Señor de Nazaret, aprendiendo de Él la caridad hacia los hermanos, la humildad y el servicio sincero y generoso.

¿Cuáles son la dimensiones fundamentales y las consecuencias prácticas de esa dedicación a Él con corazón indiviso y dejándolo todo por Él, estar con Él y ponerse como Él, al servicio de Dios y de los hombres, para la experiencia mística y el compromiso profético y para la viven-cia de los votos de castidad, pobreza y obediencia?

a. Dimensiones fundamentales

Anticipo, signo de la vida eterna y de la comunión de la Santísima Trinidad.
Estar en el mundo sin ser del mundo
Fidelidad absoluta
Vida de oración plena
Mortificación, ascesis, sacrificio
Somos signos vivos del amor
Dejar todo por Cristo.

b. Consecuencias prácticas

Testimonios vivos
Sal y luz del mundo, ser fermento en la masa
Unidad en la diversidad
El mismo Espíritu, diferente carisma
La consagración como tal
Optar y renunciar por un bien mayor en libertad
Docilidad a las mociones del Espíritu, piadosas, perseverantes.
Actualizarnos

Para una espiritualidad encarnada e inculturada, ¿qué aspectos fundamentales nos aporta la experiencia de ser discípulos y misioneros de Jesucristo?

La experiencia de ser Discípulos y Misioneros de Jesucristo, nos muestra que la misión tiene que ser desde una “espiritualidad” que se “adentre” en el mundo del que es misionado. Desde un com-promiso con la realidad cultural del otro, desde una aceptación de su cultura, desde un esfuerzo por leer en ello los signos de la presencia de Dios. En realidad esa es la espiritualidad del mismo Jesús: se encarnó en el seno de Maria y en la realidad de un pueblo al que hizo su pueblo.

Vivir la misión y planificar la misión desde la realidad, cultura y criterios del misionero sin tener en cuenta al hermano que va a ser destinatario de esa misión, conduce evidentemente al fraca-so de la misma.
La Encarnación es el desafió que nos urge como Vida Religiosa para que todo nuestro es-fuerzo misionero sea fecundo en la vida de nuestro pueblo. Un pueblo herido, manipulado y huér-fano por falta de amor.

¿Qué significa para nuestras vidas, para el futuro de la Iglesia y par ala evangelización lati-noamericana, habernos consagrado a Jesucristo como discípulos y misioneros?

Partiendo de las palabras de Jesús en que se llama así mismo, “el Camino, la Verdad y la Vida”, podemos referirnos a vida como un llamado a seguir e imitar su camino y como un llamado exige una respuesta a su amor, es un llamado que lleva un compromiso, una misión. La vida religiosa asume este compromiso también, defendiendo el don de la vida, ya sea el natural como el sobre-natural.

El religioso debe participar en la humanización del mundo, porque él es el testimonio de Jesucristo en el mundo; debe estar abierto y tratar de descubrir las señales de vida en las personas, en los acontecimientos, en la historia, porque debemos favorecer, fomentar y estimular la vida.

Por el bautismo hemos recibido la vida de la gracia, pasamos a ser hijos de Dios y miembros de la Iglesia.
Tenemos que tomar conciencia de esta pertenencia que significa necesidad de evangelizar, de compromiso con el apostolado. Significa amar a Cristo y a la Iglesia. El apostolado es una expre-sión de amor a Dios y al prójimo: es el compromiso de vivir más intensamente el bautismo. Todo bautizado debe ser un misionero, con mayor razón debe serlo el religioso. También hay un deber de caridad con el prójimo, visto así es posible una gran misión, tal vez no continental, sino nacional primero y después continental; esto exigiría una muy buena motivación, una preparación remota y también inmediata de los misioneros, interesar a los laicos en el aspecto espiritual y material de la misión; pero lo más importante es la cercanía con el Señor y María mediante la Eucaristía y con mucha oración personal y comunitaria, en el apostolado es necesario la santidad personal del misio-nero.

6. Defensa de la vida humana

Uno de los temas que mayores amenazas recibe hoy en nuestro continente el la vida humana. Desde las leyes de aborto introducidas en algunos países, hasta una política pública de control demográfico, llegando a la distribución masiva de la píldora del día después, la esterilización y le-yes sobre eutanasia, son algunos hitos que expresan que la enseñanza acerca del respeto a la vida desde la concepción hasta la muerte sufre constantes atropellos. Es un signó de muerte muy grave presente en nuestro continente, todo ello sin referirnos a los efectos morales, económicos y políticos que las caídas en las tasas demográficas implican.

El siervo de Dios Juan Pablo II en su discurso inaugural en Puebla (1979), al predicar sobre la verdad del hombre afirmaba que: “La nuestra es, sin duda, la época en que más se ha escrito y hablado sobre el hombre, la época de los humanismos y del antropocentrismo. Sin embargo, para-dójicamente, es también la época de las más hondas angustias del hombre respecto de su identidad y destino, del rebajamiento del hombre a niveles insospechados, época de valores humanos conculca-dos como jamás lo fueron antes”. El mismo Papa en la Carta Encíclica Evangelium Vitae (1995), después de describir el “eclipse del valor de la vida”, y del desencadenamiento de una especie de “conjura contra la vida” ante la difusión del aborto, anticoncepción, técnicas de reproducción artifi-cial, eutanasia, esterilización…, afirma en el número 17: “ La humanidad de hoy nos ofrece un es-pectáculo verdaderamente alarmante, si consideramos no sólo los diversos ámbitos en los que se producen los atentados contra la vida, sino también su singular proporción numérica, junto con el múltiple y poderoso apoyo que reciben de una vasta opinión pública, de un frecuente reconocimien-to legal y de la implicación de una parte del personal sanitario”

En estos dos textos del Magisterio de la Iglesia, vemos reconocido lo que fue enseñando por el Concilio Vaticano II en el No.36 de la Constitución Gaudium et spes (1965)” sobre la justa auto-nomía de la realidad terrena al decir que: “Muchos de nuestros contemporáneos parecen temer, que, por una excesivamente estrecha vinculación entre la actividad humana y la religión, sufra trabas la autonomía del hombre”…y al final del número dice proféticamente: “La criatura sin el Creador des-aparece”.

Los textos de Magisterio citados aluden en definitiva a una nueva concepción del hombre, sin referencia al Creador, y que trae como efecto el rebajamiento de su dignidad, y entre otras con-secuencias, el atentado contra la vida humana desde su nacimiento, durante su desarrollo e incluso en su término. La pregunta que podemos hacernos, y cuya respuesta, si somos sinceros, debemos responder en forma dolorosamente afirmativa es: ¿Son aplicables para América Latina y el Caribe estas denuncias de parte de la Iglesia?; y si queremos ser aún más específicos: ¿han ido en aumento o disminución los atentados contra el hombre en este continente?, y la respuesta es igualmente afir-mativa, pues las iniciativas estatales son cada vez más insistentes y nocivas en orden a estos aspec-tos.

Luego podemos concluir que son coincidentes las denuncias del Magisterio de la Iglesia, con los hechos que se van dando con mayor o menor celeridad en las naciones de Latinoamérica y el Caribe, con respecto a los atentados contra la vida humana. Hay una búsqueda de unificación en estos aspectos, lo que puede llevar a suponer que aquellos países más “atrasados” en estos temas, deben ponerse “al día”, para ir al nivel del progreso de los más desarrollados.

Ante tan terribles acontecimientos de oscuridad en la inteligencia por la pérdida de la fe, que lleva a atentar el hombre contra el hombre, bajo razón de “derecho humano”, pero que carece de fundamento por haber perdido su raíz en los mandamientos de la ley de Dios, no cabe mas que con-tinuar anunciando por parte de la Iglesia, con fuerza profética que: “El Misterio del hombre sólo se esclarece en el misterio del Verbo Encarnado”.

Teniendo claridad en el diagnóstico, y certeza en el remedio a los males que no es otro que volver a Cristo, ya que fuera de él no hay camino de luz, la reflexión continua en orden a ¿qué hacer para lograr ese fin? Y la respuesta nos viene dada de de la misma vida de la Iglesia que ha sido sos-tenida por el Espíritu Santo en medio de las incertidumbres de la vida humana: el camino de la Evangelización por medio de la enseñanza, la santificación y el pastoreo de las conciencias y de los nuevos areópagos de la era moderna.

Lo anterior, si se hace con la confianza de que Dios provee a los que se le acercan con fe, será la fuente de donde manarán numerosas e ingeniosas iniciativas individuales y colectivas para defender la vida del hombre desde su nacimiento hasta su fin natural. Es la única fuente de donde se puede esperar que se den actitudes heroicas de fidelidad al Magisterio de la Iglesia de parte de los encargados del bien común.

Estas reflexiones, que nos hacen mirar hacia el mundo, su alejamiento de Dios que lo lleva a destruirse a si mismo, por medio de los atentados contra la vida humana, nos deben llevar a mirar y reflexionar sobre la responsabilidad que cabe en la fidelidad de los mismos agentes evangelizado-res, en especial de los consagrados al Magisterio de la Iglesia. ¿Somos lo suficientemente conoce-dores de la enseñanza de la Iglesia?, ¿Somos dóciles y fieles transmisores de esa verdad?, ¿no será que el oscurecimiento que vive el mundo y sus consecuentes atentados contra la vida, son a causa de que los pastores se han distraído y debilitado en sus funciones propias?.

Por esta razón como principios permanentes para realizar la Evangelización que tenga como consecuencia este aspecto fundamental de defensa de la vida, queremos anotar:

1. El conocimiento, adhesión firme y difusión de las enseñanzas del Santo Padre sobre estos temas. En esto hemos fallado e incluso dentro de los católicos hay una abierta disidencia con la en-señanza de la Iglesia en estas materias, sin que la autoridad sea capaz de frenar esos excesos que hieren a toda la comunidad eclesial.

2. Enseñanza y vigilancia del Obispo y de los pastores de almas para transmitir esta enseñanza y procurar su aplicación en todos los ámbitos de la vida diocesana, poniendo especial atención en aquellos católicos o grupos de católicos que defienden como compatibles con la enseñanza de la fe atentados a la vida humana, como es el caso de la generalizada aceptación entre el pueblo cristiano y en gran parte del clero de la anticoncepción.

3. Adhesión del presbiterio a estas enseñanzas, y permanente revisión de la correcta aplicación de los principios morales objetivos, universales e inmutables a cada conciencia en el sacramento de la confesión. Esto mantenido por una predicación clara y permanente que forme las conciencias. Ya no hemos referido a este tema en el apartado acerca de la formación permanente del clero.

4. Preocupación de que los seminarios y casas de formación religiosa se forme en un correcto conocimiento y aplicación de los principios morales enseñados por la Iglesia en su magisterio acer-ca de la vida humana. En muchas ocasiones la deformación es iniciada en los propios centros de formación.

5.difusión del aborto, anticoncepción, técnicas de reproducción artifi-cial, eutanasia, esterilización…, afirma en el número 17: “ La humanidad de hoy nos ofrece un es-pectáculo verdaderamente alarmante, si consideramos no sólo los diversos ámbitos en los que se producen los atentados contra la vida, sino también su singular proporción numérica, junto con el múltiple y poderoso apoyo que reciben de una vasta opinión pública, de un frecuente reconocimien-to legal y de la implicación de una parte del personal sanitario”

En estos dos textos del Magisterio de la Iglesia, vemos reconocido lo que fue enseñando por el Concilio Vaticano II en el No.36 de la Constitución Gaudium et spes (1965)” sobre la justa auto-nomía de la realidad terrena al decir que: “Muchos de nuestros contemporáneos parecen temer, que, por una excesivamente estrecha vinculación entre la actividad humana y la religión, sufra trabas la autonomía del hombre”…y al final del número dice proféticamente: “La criatura sin el Creador des-aparece”.

Los textos de Magisterio citados aluden en definitiva a una nueva concepción del hombre, sin referencia al Creador, y que trae como efecto el rebajamiento de su dignidad, y entre otras con-secuencias, el atentado contra la vida humana desde su nacimiento, durante su desarrollo e incluso en su término. La pregunta que podemos hacernos, y cuya respuesta, si somos sinceros, debemos responder en forma dolorosamente afirmativa es: ¿Son aplicables para América Latina y el Caribe estas denuncias de parte de la Iglesia?; y si queremos ser aún más específicos: ¿han ido en aumento o disminución los atentados contra el hombre en este continente?, y la respuesta es igualmente afir-mativa, pues las iniciativas estatales son cada vez más insistentes y nocivas en orden a estos aspec-tos.

Luego podemos concluir que son coincidentes las denuncias del Magisterio de la Iglesia, con los hechos que se van dando con mayor o menor celeridad en las naciones de Latinoamérica y el Caribe, con respecto a los atentados contra la vida humana. Hay una búsqueda de unificación en estos aspectos, lo que puede llevar a suponer que aquellos países más “atrasados” en estos temas, deben ponerse “al día”, para ir al nivel del progreso de los más desarrollados.

Ante tan terribles acontecimientos de oscuridad en la inteligencia por la pérdida de la fe, que lleva a atentar el hombre contra el hombre, bajo razón de “derecho humano”, pero que carece de fundamento por haber perdido su raíz en los mandamientos de la ley de Dios, no cabe mas que con-tinuar anunciando por parte de la Iglesia, con fuerza profética que: “El Misterio del hombre sólo se esclarece en el misterio del Verbo Encarnado”.

Teniendo claridad en el diagnóstico, y certeza en el remedio a los males que no es otro que volver a Cristo, ya que fuera de él no hay camino de luz, la reflexión continua en orden a ¿qué hacer para lograr ese fin? Y la respuesta nos viene dada de de la misma vida de la Iglesia que ha sido sos-tenida por el Espíritu Santo en medio de las incertidumbres de la vida humana: el camino de la Evangelización por medio de la enseñanza, la santificación y el pastoreo de las conciencias y de los nuevos areópagos de la era moderna.

Lo anterior, si se hace con la confianza de que Dios provee a los que se le acercan con fe, será la fuente de donde manarán numerosas e ingeniosas iniciativas individuales y colectivas para defender la vida del hombre desde su nacimiento hasta su fin natural. Es la única fuente de donde se puede esperar que se den actitudes heroicas de fidelidad al Magisterio de la Iglesia de parte de los encargados del bien común.

Estas reflexiones, que nos hacen mirar hacia el mundo, su alejamiento de Dios que lo lleva a destruirse a si mismo, por medio de los atentados contra la vida humana, nos deben llevar a mirar y reflexionar sobre la responsabilidad que cabe en la fidelidad de los mismos agentes evangelizado-res, en especial de los consagrados al Magisterio de la Iglesia. ¿Somos lo suficientemente conoce-dores de la enseñanza de la Iglesia?, ¿Somos dóciles y fieles transmisores de esa verdad?, ¿no será que el oscurecimiento que vive el mundo y sus consecuentes atentados contra la vida, son a causa de que los pastores se han distraído y debilitado en sus funciones propias?.

Por esta razón como principios permanentes para realizar la Evangelización que tenga como consecuencia este aspecto fundamental de defensa de la vida, queremos anotar:

1. El conocimiento, adhesión firme y difusión de las enseñanzas del Santo Padre sobre estos temas. En esto hemos fallado e incluso dentro de los católicos hay una abierta disidencia con la en-señanza de la Iglesia en estas materias, sin que la autoridad sea capaz de frenar esos excesos que hieren a toda la comunidad eclesial.

2. Enseñanza y vigilancia del Obispo y de los pastores de almas para transmitir esta enseñanza y procurar su aplicación en todos los ámbitos de la vida diocesana, poniendo especial atención en aquellos católicos o grupos de católicos que defienden como compatibles con la enseñanza de la fe atentados a la vida humana, como es el caso de la generalizada aceptación entre el pueblo cristiano y en gran parte del clero de la anticoncepción.

3. Adhesión del presbiterio a estas enseñanzas, y permanente revisión de la correcta aplicación de los principios morales objetivos, universales e inmutables a cada conciencia en el sacramento de la confesión. Esto mantenido por una predicación clara y permanente que forme las conciencias. Ya no hemos referido a este tema en el apartado acerca de la formación permanente del clero.

4. Preocupación de que los seminarios y casas de formación religiosa se forme en un correcto conocimiento y aplicación de los principios morales enseñados por la Iglesia en su magisterio acer-ca de la vida humana. En muchas ocasiones la deformación es iniciada en los propios centros de formación.

5. Formación de los catequistas y agentes pastorales en este mismo conocimiento y fidelidad de enseñanza.

7. Educación en la afectividad y otros temas conexos

Una de las grandes dificultades de la Iglesia en América ha sido el abandono de la educación en la afectividad de nuestros jóvenes en manos de la escuela y la incapacidad de formar padres que sean capaces de entregar esta formación a sus hijos. Esto es especialmente complejo en los ambientes populares donde la destrucción de la familia es más notoria, pero se puede afirmar que está presente en todos los ámbitos de la sociedad. Es necesario volver a documentos fundamentales en esta ma-teria como las “Orientaciones educativas sobre el amor humano Pautas de educación sexual” de la Congregación para la Educación Católica, de noviembre de 1983, Sexualidad humana: Verdad y significado. Orientaciones educativas en familia, del Pontificio Consejo para la Familia, de diciem-bre de 1995, Declaración Persona humana sobre algunas cuestiones de ética sexual, de la Congrega-ción para la Doctrina de la Fe, de 1975.

Asimismo, en este mismo orden de cosas, parece conveniente volver a recordar en forma sistemática la enseñanza de la Iglesia acerca de la sexualidad, afirmando su valor positivo, de entre-ga y de don dado por Dios al hombre y su directa relación con la unión conyugal. En este sentido, la Conferencia puede ser un momento oportuno para solicitar a los gobiernos de América un compro-miso autentico con una educación en la afectividad en nuestros pueblos, particularmente por medio de la familia. Parece necesario denunciar con firmeza las políticas abusivas adoptadas por muchos gobiernos en este ámbito y particularmente las políticas masivas de distribución de la llamada píldo-ra del día después, del preservativo y otras que atenta contra una visión verdadera de la sexualidad.

Relacionado también con estos temas, es necesario hacer presente que la Iglesia y los me-dios con que dispone son un instrumento adecuado para la formación de nuestras juventudes en una afectividad verdadera, respetuosa del otro y que relaciona el ejercicio de la misma con la unión conyugal. En especial, parece conveniente volver a plantear la necesidad de dar un lugar preponde-rante a los padres en la educación de la afectividad, respetando el principio de subsidiariedad, que implica entregar a los padres los instrumentos adecuados para dicha educación, permitiendo que la escuela sea un lugar donde diversa posibilidades de educación en la afectividad sean posible, que-dando la elección en manos de los padres, que son los primeros educadores.

8. La brecha entre los más ricos y los más pobres: no sólo justicia sino también caridad.

Este tema esta presente en las relaciones y aportes hechos por diversos grupos, sin embargo se constata que no se trata de una temática de confrontación, sino ligada a un juicio critico respecto de esquemas de desarrollo, a políticas mal concebidas y sobretodo, a una caridad mal entendida y mal vivida. No siendo la Iglesia la llamada a dar soluciones técnicas, sin embargo estimamos muy inte-resante recoger la enseñanza del Papa Benedicto en su primera Encíclica, acerca del ejercicio de la caridad como un deber esencial del trabajo eclesial. En muchos sectores eclesiales se sigue pen-sando en que las diferencias entre ricos y pobre – ciertamente en muchos casos escandalosos – se terminaran cuando se hagan las llamadas reformas estructurales de los sistemas económicos o polí-ticos, lo cual en la actualidad es una opciòn que ni siquiera muchos estudiosos valoran

No hemos insistido en la necesidad de una caridad ordenada, “que duela”, y en la necesidad de descubrir en el más necesitado a Cristo. A su vez, como señala el Papa, la caridad ha sido des-acreditada por la ideología, contraponiéndola a la justicia. (Cfr. DCE, 26). La Asamblea podría ser el momento para recoger esta necesidad, abogando tanto por la justicia como por una caridad heroi-ca, según el pensamiento de la Iglesia. Las experiencias de caridad cristiana bien realizada y organi-zada que diversos países es necesario tenerlas en cuenta a la hora de exigir una caridad ordenada. Asimismo, es notoria la falta de compromiso de muchas personas – sobre todo los que más tiene – con la contribución económica a la Iglesia. Mientras muchos de los mas pobres siguen creyendo que la Iglesia es rica y que de alguna manera esconde esas riquezas, los más adinerados algunas veces desconfían de lo que la Iglesia hace con el dinero, como lo invierte y en que los gasta. Hay un circu-lo vicioso que hemos de convertir en virtuoso, es decir demostrar que la mejor manera de usar los recursos que se tienen es ayudando a los mas necesitados a través de la Iglesia y sus obras de cari-dad. Por el contrario, en algunas ocasiones, los que tiene recursos

9. Comunicaciones e Imagen eclesial

La Diócesis de San Bernardo tiene veinte años de existencia, y solo hace algunos años se creo el Departamento de Comunicaciones, para sistematizar el trabajo de la pastoral de las comunicaciones que se venía realizando. El señor Obispo quiso, de esta forma, dotar a la diócesis de una red de medios que ayuden de una manera óptima y eficaz a llevar el mensaje de la buena noticia del evangelio a los hombres.
El principio de comunicación de la Iglesia Católica, no sólo persigue la novedad sino que también se detiene sobre una agenda formadora e iluminadora1.

La Misión
Este organismo tiene por misión Coordinar la producción y divulgación de contenidos formativos e informativos, en medios de comunicación propios y externos, con el propósito de contribuir a la misión pastoral del Obispado de San Bernardo.

La Organización

Para asumir esta misión el departamento de comunicaciones se ha organizado en tres áreas (ver or-ganigrama):
1. Servicios Informativos, cuya función es el desarrollo de contenidos informativos referentes a las actividades diocesanas. En esta área se trabaja coordinadamente con los corresponsales designados por cada párroco.
2. Sitio Web “Diócesis de San Bernardo” cuya función es servir como medio de comunicación de la Diócesis, entregando contenidos de interés general, formativos e informativos.
3. Ediciones Obispado de San Bernardo, cuya función es la coordinación y desarrollo de pro-yectos editoriales destinados a proveer de material impreso, formativo e informativo, de apoyo al trabajo pastoral. Dentro de los proyectos desarrollados podemos encontrar:

La revista “Iglesia en San Bernardo”
Textos de religión para la educación básica y secundaria
Textos para la catequesis de Primera Comunión y Confirmación
Otros impresos (Folletos, estampas, afiches, etc.)

Las Orientaciones

El Obispo de San Bernardo ha definido las siguientes orientaciones pastorales para el trabajo dioce-sano 2006 y 20072:
a) Que cada parroquia y las comunidades mas significativas, nombre una persona que sea corresponsal del Departamento de Comunicaciones, con el cual tanto el Director de Comunicacio-nes, el Editor de la Revista Iglesia en San Bernardo, y quien lleva la pagina de Internet, etc. tengan contacto habitual. Esa persona, dirigida por el párroco, tendrá que enviar informaciones relevantes de la parroquia al Departamento de Comunicaciones y también – y esto es muy importante – recibi-rá información relevante de dicho departamento.
b) Procurar, por la vía que se estime mas apta, incentivar la distribución de la Revista y otros impresos y el uso de la pagina web del Obispado.

El Desempeño
Es una realidad por el cual hemos de dar gracias a Dios, que la Revista Iglesia en San Bernardo se esté transformando en un excelente instrumento de comunión en su doble vertiente, de formación e información. Sus diversas secciones permiten a un numero muy importantes de nuestros fieles y particularmente a los mas comprometidos en el trabajo pastoral, “sentir con la Iglesia”, seguir de cerca las enseñanzas del Papa y las orientaciones de la Santa Sede, conocer el pensamiento del Pastor Diocesano y las diversas actividades evangelizadoras que se llevan adelante. Al mismo tiempo, el esfuerzo de que sea un instrumento de formación da también frutos, mediante la publica-ción de artículos de interés y actualidad pastoral y teológica. Los casi dos años de su publicación nos muestran que es necesario seguir adelante con este proyecto con nuevas fuerzas y mas fuertes compromisos por parte de la comunidad.

La distribución de la revista se realiza principalmente por medio de los Párrocos en las misas dominicales, por medio de las recaudadoras de 1% en algunos, colegios y en el hospital de San Bernardo, alcanzando así parte importante e la zonas urbanas y rurales. El tiraje actual de la revista es de 20.000 ejemplares.

La página WEB www.obispadodesanbernardo.cl– ha continuado su desarrollo y ya esta ubicada como una de las páginas reconocidas entre las que mantienen las diócesis. Seguimos con el proyec-to de dotar a todas las parroquias de los medios para acceder al sistema de correo electrónico (e-mail). El trabajo conjunto de los encargados de la Revista diocesana y de la página de Internet hace que se trata de una página de mucha actualidad tanto de la vida de la diócesis, como de los grandes acontecimientos de la Iglesia universal.

El año pasado, tal como se informó, hicimos la primera reunión conjunta entre el Departa-mento de Comunicaciones de la Diócesis y los medios de comunicación presente en ella. Se esta-blecieron relaciones de mucho interés y colaboración, que ya ha empezado a dar su fruto. Al mismo tiempo, con la ayuda de una agencia alemana, conseguimos los fondos para comprar y tener los elementos más esenciales para la producción de nuestros programas de audio, mediante la instala-ción de un pequeño estudio en el seminario que puede grabar programas de alta calidad.

El año pasado, tal como se informó, hicimos la primera reunión conjunta entre el Departamento de Comunicaciones de la Diócesis y los medios de comunicación presente en ella. Se establecieron relaciones de mucho interés y colaboración, que ya ha empezado a dar su fruto. Al mismo tiempo, con la ayuda de una agencia alemana, conseguimos los fondos para comprar y tener los elementos más esenciales para la producción de nuestros programas de audio, mediante la instalación de un pequeño estudio en el seminario que puede grabar programas de alta calidad.

Todos nos damos cuenta, como nos lo enseño hace tantos años el Papa Pablo VI que “entre los cambios mayores de nuestro tiempo, no queremos dejar de subrayar la función creciente que van asumiendo los medios de comunicación social y su influencia en la transformación de las mentali-dades, de los conocimientos, de las organizaciones y de la misma sociedad. Ciertamente, tienen muchos aspectos positivos: gracias a ellos las informaciones del mundo entero nos llegan casi ins-tantáneamente creando un contacto, por encima de las distancias, y elementos de unidad entre todos los hombres: haciendo posible una difusión más amplia de la formación y de la cultura. Sin embar-go estos medios de comunicación social, debido a su misma acción, llegan a representar como un nuevo poder.

¿Cómo no se va a preguntar uno entonces sobre los detentadores reales de este poder, sobre los fines que persiguen y los medios que ponen en práctica, sobre la repercusión de su acción en cuanto al ejercicio de las libertades individuales, tanto en los campos político e ideológico como en la vida social, económica y cultural? Los hombres, en cuyas manos está este poder tienen una grave responsabilidad moral en relación con la verdad de las informaciones que ellos deben difun-dir, en relación a las necesidades y a las reacciones que hacen nacer, en relación con los valores que ellos proponen. Más aún, con la televisión, es un modo original de conocimiento y una nueva civili-zación la que está naciendo: la de la imagen”. (OA, 20).

Todos nos damos cuenta también, cada día con mayor claridad, la fuerza única que los medios de comunicación tienen en los hombres y muje-res de nuestro tiempo y cómo la transmisión de las ideas y los valores de la sociedad están en dire-cta relación con lo que se publica en los Medios de Comunicación Social. Por esta razón estimamos necesario que todos quienes trabajamos en le evangelización del pueblo de Dios – especialmente los pastores de almas – volvamos la atención con mayor esmero a este tema y nos propongamos metas concretas al respecto. ¿Conocemos las radios comunitarias que funcionan en los límites de nuestra parroquia, decanato o zona? ¿Sabemos quienes don los dueños y a que objetivo responde los medios de comunicación que poseen? ¿Hemos intentado un acercamiento con esas personas, proponiéndo-les nuestra colaboración? Durante el año de la Eucaristía sacerdotes de nuestra diócesis grabaron una serie de programas para Radio María con gran éxito y muy buenos comentarios. Eso significa que podemos repetir la experiencia. Creo que no es aventurado pensar en que muchos párrocos ten-gan un programa semana en alguna radio o escriban regularmente en los medios de su zona.

Es cosa de proponérselo, rezar y ser un poco más audaces.

Esto significa que los párrocos y demás agentes pastorales han de estar más atentos para ofrecer su colaboración a los medios locales, sea mediante programas grabados o la presencia directa, sobre todo con ocasión de fiestas religiosas, etc.

Propuestas

En atención a la experiencia obtenida y a la discusión del tema con diferentes especialistas nos atrevemos a proponer las siguientes ideas:

Ante todo la comunicación de Iglesia no debe plegarse a la agenda laica, siguiendo la corriente de los eventos religiosos “creados artificiosamente” desde el exterior. El lenguaje pastoral, no significa una comunicación banal o de bajo nivel teológico sino comunicación precisa y de alta calidad doctrinal.

El documento o un hecho eclesial, debe ser vivido no como un caso o acontecimiento mediático acompañado de tonos sensacionalistas o escandalosos, sino como un importante evento de la iglesia como experiencia de formación, de evangelización, de catequesis.

Como evento de la Iglesia, el evento no debía ser la noticia de solo un día, como son en general las noticias periodísticas, sino que debía ser en cambio la buena noticia que ilumina y guía los días y los trabajos de los Pastores y de los fieles en todo el mundo.

La comunicación de Iglesia no debe lesionarse a si misma demoliendo desde el interior las indi-caciones magisteriales, por ejemplo sobre el sacerdocio de la mujeres, sobre el aborto y la de-fensa del embrión, celibato sacerdotal.

Dar las razones convincentes que motivan el significado de la tradición y de la enseñanza ma-gisterial, no dejar las dificultades sin una debida respuesta, de otra manera parece que la indica-ción magisterial fuese una opinión que se puede compartir o no.

La comunicación de Iglesia debería poseer una doble atención, una dirigida a las novedades y otra dirigida a la formación cristiana

Volver a proponer: Los padres de la Iglesia, los grandes teólogos de todo tiempo, los santos, las escuelas de espiritualidad con sus obras maestras, las tradiciones litúrgicas, las conquistas del arte.

La iniciativa de la comunicación de Iglesia: que no sólo persigue la novedad sino que también se detiene sobre una agenda formadora e iluminadora.

Para la comunicación de Iglesia su particular oficio debería constituir un proyecto de educación en la fe para los jóvenes y los adultos, en esto los católicos debieran ser creativos e innovadores dando visibilidad y conexión a las riquezas contenidas en los mismos medios con una progra-mación a largo plazo.

Para hacer esto se requiere de profesionales, sobre todo laicos a los cuales se les pide precisa-mente este campo de testimonio cristiano en el siglo, que conozcan las dos lenguas de la comu-nicación, pero también la de la Teología.

En definitiva, tratar de realizar el mensaje de su Santidad Benedicto XVI:

“Iluminar las conciencias de los individuos y ayudar a formar su pensamiento nunca es una ta-rea neutral.
La comunicación auténtica demanda valor y decisión radicales. Requiere la deter-minación de aquellos que trabajan en los medios para no debilitarse bajo el peso de tanta infor-mación ni para conformarse con verdades parciales o provisionales. Por el contrario, requiere tanto la búsqueda como la transmisión de lo que es el sentido y el fundamento último de la exis-tencia humana, personal y social (cf. Fides et Ratio, 5). De esta forma, los medios pueden con-tribuir constructivamente a la propagación de todo lo que es bueno y verdadero”.