Señaló Monseñor Juan Ignacio González durante la celebración de la Eucaristía de renovación de las promesas sacerdotales.
Con una Iglesia Catedral repleta de fieles el Obispo de San Bernardo junto al clero diocesano y religioso celebró la Santa Misa Crismal, durante la cual los presbíteros renovaron sus promesas sacerdotales, que hicieron el día de su ordenación.
El Sr. Obispo bendijo los santos óleos y el crisma que se usarán durante el año en los sacramentos del Bautismo, Confirmación y Unción de los Enfermos, los cuales entregó a cada Vicario zonal de la diócesis.
En su homilía Mons. Juan Ignacio señaló que “en este día solemne en que renovamos ante Dios y la Iglesia las promesas que un día hiciéramos al recibir la ordenación sacerdotal quisiera que todos juntos meditáramos en la grandeza de nuestro ministerio y en la humildad que es necesaria para llevarlo adelante…nuestro sacerdocio es un don, una promesa hecha por el Señor antes de subir a los cielos y exigen de nosotros una respuesta total y adecuada, según las realidades que estamos viviendo”.
Sobre la carta enviada por el Santo Padre a los Obispos de Irlanda destacó que “El Papa ha querido no solo pedir perdón y rectifiquen esas conductas, dando consejos para ello, sino que con una lucidez venida de Dios ha diagnosticado las causas por las cuales se llegó a esos hechos aberrantes y que nosotros hoy debemos meditar”.
Además, instó a los fieles a orar por las vocaciones sacerdotales y a la vida religiosa, preparándonos a las próximas ordenaciones sacerdotales que se celebraran en el mes de abril, donde la iglesia que peregrina en la diócesis recibirá a tres nuevos sacerdotes diocesanos.