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Con masiva asistencia finaliza Año Sacerdotal en la Diócesis

misa4La Misa celebrada en la Catedral de San Bernardo contó con la asistencia del clero diocesano y comunidades parroquiales.

Con rezo del Santo Rosario y una solemne Eucaristía, el presbiterio de San Bernardo concluyó este domingo 13 de junio, la celebración del Año Sacerdotal, convocado por el Papa Benedicto XVI con motivo de los 150 años del fallecimiento del Santo Cura de Ars.

Casi la totalidad del clero de San Bernardo participó en la finalización de este año dedicado al sacerdocio. Además de la presencia de centenares de fieles de las diferentes comunidades parroquiales, quienes repletaron la Iglesia Catedral para acompañar a los sacerdotes.

Cerca de las 16:30 se celebró la Misa presidida por Monseñor Juan Ignacio González y concelebrada por los Vicarios de la Diócesis.

En su homilía, el Obispo de San Bernardo señaló que “En este tiempo de gracia hemos vuelto a meditar en aquellos aspectos esenciales de nuestro ministerio al servicio de Dios, de la Iglesia, y de nuestros hermanos. Muchas cosas nos ha ido sugiriendo el Espíritu Santo en este tiempo”.

Enfatizó que “Al tiempo que levantamos nuestra acción de gracias pedimos la perseverancia en el servicio ministerial al que hemos sido llamados, también todos tenemos que pedir perdón al Señor por nuestras debilidades, por las dejaciones voluntarias en el ejercicio de nuestras obligaciones, por nuestra incapacidad de servir a todos sin distinción, por nuestro débil afán apostólico en el cumplimiento de los encargos que el Señor nos ha dado”.

“Este año ha servido a cada uno de nosotros para crecer en el amor a los hermanos sacerdotes, especialmente hacia los que van -con la gracia de Dios- llegando a las filas del presbiterio. Quisiera pedir a todos, pero en especial a los que llevan más años de servicio pastoral, tener un corazón paternal, que cuide y trate siempre con amor a los más pequeños, enseñándoles con la palabra amable y cercana el camino de las exigencias del ministerio y particularmente con el ejemplo de una vida dedicada sólo a las cosas de Dios”. Reflexionó al concluir su homilía Monseñor Juan Ignacio.

Luego, los presbíteros renovaron sus promesas sacerdotales, que hicieron el día de su ordenación.

La Eucaristía concluyó con el acto de consagración al Corazón Inmaculado de María.

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