Encuentro de la Familia en la Diócesis

Jornada diocesana de pastoral familiar:
LA FAMILIA EDUCADORA DE LA FE
Reflexión del Pbro. Gustavo Quiros en la jornada de Matrimonios con ocasión del Encuentro Mundial de las Familias celebrado en Julio del 2006

1.- Lo que significa educar la fe de sus hijos.
La fe es un don de Dios es una de las virtudes infusa que recibimos en la gracia bautismal. Nosotros recibimos la virtud infusa de la fe, en forma de un hábito, que nos impulsa a vivir y descubrir la vida de Dios en nosotros. El acto de fe, es un acto vital, no es la simple creencia, sino que informa toda la persona humana. Es por esto que Santiago en su carta nos dice que la fe sin obra es fe muerta.

En el caso de los padres de familia la transmisión de la fe en la educación de sus hijos, supone la profunda vida de fe de los padres. El testimonio de Jesucristo que vive en los padres es la primera y más profunda evangelización que reciben los hijos.

Educar significa no tan solo entregar conocimientos, sino formar una persona en forma integral. Su temperamento, su inteligencia, su afectividad y su voluntad. La fe debe integrar todos estos aspectos de la personalidad de los hijos. Es por esta razón que los padres deben prepararse para esta gran tarea, no pueden improvisar la educación de la fe de sus hijos. Esto supone una gran cuota de paciencia y seguimiento personal en todas las etapas de desarrollo de los hijos. En lo referente a la vida cristiana los padres deben estar siempre en la presencia de Dios mediante la oración, la frecuencia de la eucaristía y la meditación de la palabra de Dios en el Evangelio.

2.- Los padres primeros responsables de la fe de los hijos.
Juan Pablo II en la Encíclica Familiares Consortio nos dice al respecto: “La tarea educativa tiene sus raíces en la vocación primordial de los esposos a participar en la obra creadora de Dios; Ellos engendrando en el amor y por amor una nueva persona, que tiene en sí la vocación al crecimiento y al desarrollo, asumen por eso mismo la obligación de ayudarla eficazmente a vivir plenamente su condición humana”. (FC 36).

En el Concilio Vaticano II en el Decreto sobre la educación de la juventud: Gravissimum Educationis, dice lo mismo que Juan Pablo II: “Puesto que los padres han dado la vida a los hijos, tienen la gravísima obligación de educar a la prole y por lo tanto hay que reconocerlos como los primeros y principales educadores de sus hijos. Este deber de educación familiar es de tanta trascendencia, que cuando falta, difícilmente puede suplirse. La familia es por lo tanto, la primera escuela de las virtudes sociales, que todas las sociedades necesitan ” (GE 3).

Este derecho de educación de los padres, se considera como esencial, original y primario, debido a la estrecha relación que existe entre padres e hijos, este deber no puede ser totalmente delegado o usurpado por otros.

El amor de los padres se transforma en una fuente permanente de testimonio de la vivencia del Evangelio en la educación de la fe de sus hijos.

El sacramento del matrimonio, en lo referente a la educación de los hijos, se transforma en un verdadero ministerio de la Iglesia, el servicio de la educación en la fe de sus miembros. Santo Tomás compara el sacramento del orden sacerdotal, al sacramento del matrimonio, en el que el hombre y la mujer se unen para engendrar la prole y educarla en el culto a Dios.

Los Principales Valores en los que hay que educar

• Justa libertad ante los bienes materiales con un estilo de vida sencillo y austero, convencidos de que el hombre vale más por lo que es que por lo que tiene.

• En una sociedad de consumo los hijos deben ser educados con gran sentido de justicia y de respeto a la persona humana, con el sentido del prójimo especialmente de los más pobres. En este sentido la familia es la primera escuela de socialidad, que haga abrirse a los hijos al servicio de la sociedad en que viven, que se sientan responsables de su trasformación con los valores del Evangelio.

• El otro aspecto importante es la educación de los hijos para el amor verdadero y cristiano. Aquí se incluye una educación sexual sana, clara y delicada.

• Una educación para la castidad, como virtud que desarrolla la autentica madures de la persona. Mostrar a los hijos que la castidad vivida es factor de perfección cristiana.

• El Concilio Vaticano II precisa cual es el contenido de la educación cristiana:

• Que los hijos bautizados se hagan cada vez más concientes del don recibido en la fe.

• Iniciarlos en el contenido del misterio de la salvación, que aprendan a adorar a Dios en espíritu y verdad.

• Que en la Santa Misa aprendan a identificarse con Jesús, para que lleguen a la plenitud de Cristo.