Queridos hermanos y hermanas
Con la apertura de la Puerta Santa en la Basílica de San Pedro, el Vicario de Cristo y Sucesor de San Pedro ha dado comienzo al Año Santo de la Misericordia. El día Domingo 13 haremos lo mismo en la Iglesia Catedral de San Bernardo, iniciando nuestro camina diocesano en este tiempo de gracia. El Domingo 20 se abrirán la puertas santas de las demás Iglesias de nuestra diócesis, con lo cual entraremos de lleno en el año jubilar. Invito a todo a recorrer este camino experimentando la misericordia compasiva de nuestro Dios y viviendo con los demás también con misericordia. Todos necesitamos del perdón de Dios y todos debemos ser siempre misericordiosos con los hermanos.
Cada familia de nuestra diócesis recibirá un Altar de la Misericordia que ubicará en una parte central de la casa y será el centro de las oraciones y peticiones al Señor durante todo el año que viene. Es ese altar podremos mirar el rostro de Cristo, que nos ama, nos perdona y no llama a vivir como hermanos. Mirar a Jesús “es fuente de alegría, de serenidad y de paz”. La misericordia dice el Papa, “es la vía que une a Dios y al hombre, porque abre el corazón a la esperanza de ser amados no obstante el límite de nuestro pecado”. En cada parroquia habrá, ademas un Altar parroquial que recorrerá las casa de las familias que lo deseen.
La misericordia revela el ser mismo de Dios: no es un signo de debilidad, sino expresión de su omnipotencia. Y su ser misericordioso se concreta en acciones de salvación con las que “revela su amor, que es como el de un padre o una madre que se conmueven en lo más profundo de sus entrañas por el propio hijo.
El Papa Francisco muestra a la Iglesia un camino: “La misericordia es la viga maestra que sostiene la vida de la Iglesia. Ha llegado de nuevo para la Iglesia el tiempo de encargarse del anuncio alegre del perdón. Es el tiempo de retornar a lo esencial para hacernos cargo de las debilidades y dificultades de nuestros hermanos. El perdón es una fuerza que resucita a una vida nueva e infunde el valor para mirar el futuro con esperanza”.
Una característica del Año Santo es el sentido de “peregrinación”, que el Papa quiere que se viva en todas las diócesis del mundo. Se trata de un camino espiritual que cada cual ha de recorrer “para llegar a la Puerta Santa en Roma y en cualquier otro lugar”, y que “requiere compromiso y sacrificio”. Una de las etapas de esa peregrinación es “no juzgar y no condenar”, que “significa, en positivo, saber percibir lo que de bueno hay en cada persona”. En nuestra diócesis habrá puertas santas en la Iglesia Catedral, en el Santuario Nuestra Señora de la Victoria, en el Santuario del Sagrado corazón de La Pintana, en el Santuario de la Inmaculada del Maipo, en la Iglesia Parroquial de Buin y en la Iglesia Parroquial de Nuestra Señora del Molino.
El Santo Padre quiere que “el pueblo cristiano reflexione durante el Jubileo sobre las obras de misericordia corporales y espirituales, que están escritas en altar familiar. Será un modo para despertar nuestra conciencia, muchas veces aletargada ante el drama de la pobreza, y para entrar todavía más en el corazón del Evangelio, donde los pobres son los privilegiados de la misericordia divina. La predicación de Jesús nos presenta estas obras de misericordia para que podamos darnos cuenta si vivimos o no como discípulos suyos”.
El Año Santo es un momento para revitalizar en nuestra vida el sacramento de la confesión, que “permite experimentar en carne propia la grandeza de la misericordia”. “Cada confesor deberá acoger a los fieles como el padre en la parábola del hijo pródigo: un padre que corre al encuentro del hijo aunque haya dilapidado sus bienes. Para todos lo que lo desean habrá un breve examen de conciencia que le permita preparar una buena confesión.
Durante el Año Santo se podrá ganar indulgencias. Así lo explica el Papa: “En el sacramento de la Reconciliación Dios perdona los pecados, que realmente quedan cancelados; y sin embargo, la huella negativa que los pecados tienen en nuestros comportamientos y en nuestros pensamientos permanece. La misericordia de Dios es incluso más fuerte que esto”. Esa huella, si cumplimos las condiciones para ganar indulgencias, por la gracia de Dios y la mediación de la Iglesia, también se borra.
El Papa dirige una llamada especial “a los hombres y mujeres que pertenecen a algún grupo criminal” y “a todas las personas promotoras o cómplices de corrupción”. “¡Este es el tiempo oportuno para cambiar de vida! Este es el tiempo para dejarse tocar el corazón (…)
Pidamos la intercesión de la Virgen María, testigo al pie de la cruz, junto a san Juan, “de las palabras de perdón que salen de la boca de Jesús”, y de “la grande apóstol de la misericordia, santa Faustina Kowalska”, para recorrer cada uno y todos como diócesis, este camino de conversión hacia el Señor.
San Bernardo, 8 de diciembre de 2015, Solemnidad de la Inmaculada Concepción de María
+Juan Ignacio González Errázuriz
Obispo de San Bernardo