Señaló Monseñor Juan Ignacio González durante la celebración de la Misa Crismal en la Diócesis de San Bernardo.
Con una Iglesia Catedral repleta de fieles el clero diocesano y religioso, celebró este miércoles 17 de abril, la Eucaristía de renovación de sus promesas sacerdotales realizadas el día de su ordenación.
En su homilía el Obispo de San Bernardo destacó que “Es un tiempo complejo para el mundo, la Iglesia y nuestro sacerdocio… Los acontecimientos que han ocurrido hieren, pero hieren primeramente el corazón de nuestro Señor Jesucristo. Todos nosotros somos responsables de la muerte de Cristo, esa es la enseñanza de la fe y es lo que nosotros enseñamos. Los acontecimientos que ocurren y que afectan incluso a ministros del Señor, hieren particularmente el corazón de Cristo y desprecian la libertad que Él nos ganó en la cruz”.
Además señaló “Hemos de pedir perdón y abrir nuestro corazón y palabras mediante la oración, la cercanía y reparación. Sobre todo los hermanos sacerdotes mediante la fidelidad a nuestro ministerio… Sobre todo con la fidelidad a nuestra fe”.
Luego del evangelio y la homilía se procedió a la renovación de las promesas sacerdotales. El Sr. Obispo se dirigió a los presbíteros, quienes afirmaron en voz alta su fidelidad al sacerdocio. Posteriormente consagró el Santo Crisma y bendijo los óleos de los catecúmenos y de los enfermos, que se usarán durante el año en los sacramentos del Bautismo, Confirmación y Unción de los Enfermos.
Al finalizar la Santa Eucaristía Monseñor Juan Ignacio bendijo la imagen del San Juan Pablo II que instalada en la parte posterior de la Iglesia Catedral, Junto a ella se encuentra, para veneración de los fieles, un pequeño trozo de las vestimentas que llevaba el Santo Padre el día del atentado, miércoles 13 de mayo de 1981 en la Plaza de San Pedro y contiene las marcas de la sangre que impregnó las mismas. La reliquia fue donada a la Diócesis de San Bernardo por el Cardenal Arzobispo de Cracovia, Mons. Stanisław Dziwisz, secretario personal de Juan Pablo II durante cuarenta años
Con esta solemne ceremonia la Iglesia que peregrina en San Bernardo se prepara a vivir la Pasión, Muerte y Resurrección de nuestro Señor Jesucristo.