Señala Monseñor Juan Ignacio González en una circular enviada al clero, religiosas, religiosos, fieles y comunidades de la Diócesis, para unirnos en oración frente a la grave sequía que atraviesa el país.
Circular en que se piden Oraciones por la lluvia
1. En muchas ocasiones nos enseñó el Señor que es necesario pedir a Dios con humildad, perseverancia y audacia, aquello que necesitamos, tanto para nuestra vida espiritual o para nuestra conveniencia material. La oración es la actitud propia del cristiano ante Dios y muchas veces no oramos ni levantábamos a Dios nuestras plegarias, expresando de alguna manera nuestra propia suficiencia. El cura de Ars enseñaba que “todos los males que nos agobian en la tierra vienen precisamente de que no oramos o lo hacemos mal”.
2. En estos meses ha resultado evidente la falta de lluvias que rieguen nuestros campos, purifiquen nuestras ciudades y acumulen las nieves necesarias para contar con el vital elemento al llegar la temporada del verano. Esta realidad puede traernos muchas dificultades, tanto en nuestra agricultura, como también en la salud de nuestras comunidades. Las causas de este fenómeno, cada vez más presente, son variadas y los científicos están preocupados de estudiarlas.
3. Frente a esta realidad, estimo necesario destacar dos elementos propios de una sociedad fundada en los valores cristianos. Primero, la necesidad de orar a Dios para que nos envíe las lluvias que sean necesarias para nuestro desarrollo y progreso. Segundo, la necesidad de ser muy responsables con el uso del agua, tanto a nivel personal, como comunitario, sabiendo que se trata de un bien cada vez más escaso, respecto del cual es necesario un uso racional y prudente, que no olvida el derecho de los demás a su uso.
4. Enseña el libro de Deuteronomio “Yo daré la lluvia a vuestra tierra en su tiempo, la temprana y la tardía; y recogerás tu grano, y tu vino, y tu aceite. Y daré hierba en tu tierra para tus bestias; y comerás, y te saciarás. Guardaos, pues, que vuestro corazón no sea engañado, y os apartéis, y sirváis a dioses ajenos, y os inclinéis a ellos y se encienda el furor del Señor sobre vosotros, y cierre los cielos, y no haya lluvia, ni la tierra dé su fruto, y perezcáis presto de la buena tierra que os da el Señor”. (Deut. 11, 14-17)
5. Quisiera que todos en la oración personal y comunitaria pidiéramos con insistencia al Señor que las aguas del cielo caigan sobre la seca tierra, poniendo como intercesora de estas peticiones a nuestra Señora de Carmen, Reina y Patrona de Chile, a San Isidro Labrador, a quien muchas de nuestras comunidades rurales acuden pidiendo la lluvia en tiempos de sequía y al Profeta Samuel, que clamó al Señor y fue escuchado: “Yo clamaré al Señor, para que mande truenos y lluvia.(…) Clamó Samuel al Señor y el Señor envió aquel día truenos y lluvia; y todo el pueblo temió grandemente al Señor y a Samuel”. (1 Samuel, 12, 17-18).
Pido encarecidamente a todos orar al Señor pidiendo las abundantes lluvias del cielo, y que en todas las celebraciones litúrgicas de nuestra diócesis se añada a las peticiones de la Oración Universal una particular pidiendo este don del cielo, de la forma que cada párroco estime más adecuada. La presente petición se extenderá hasta la llegada del mes de noviembre.
Asimismo, una vez a la semana por lo menos, cuando se permita conforme a las normas litúrgicas, se celebrará la Misa por diversas necesidades, con la Oración Colecta para pedir por las lluvias, que viene establecida en el Misal Romano.
San Bernardo, 25 de agosto de 2019, en la memoria de San Luis de Francia
+ Juan Ignacio González Errázuriz
Obispo de San Bernardo