El obispo de San Bernardo y administrador apostólico de Rancagua, responde una serie de consultas sobre la administración de sacramentos ante la pandemia de Covid-19.
En entrevista publicada este domingo 5 de abril en el diario El Mercurio, el obispo Juan Ignacio González explica que en la Iglesia Católica existe una “institución muy sabia” que se llama “dispensa”, y que en momentos especiales los católicos se pueden valer de “medios extraordinarios”.
En la publicación se explica que ante la Semana Santa, “la celebración más importante del mundo católico”, muchos fieles se preguntan qué hacer para participar de algún modo de las liturgias a las que no es posible asistir, y muchos también se cuestionan respecto de la administración de los sacramentos.
Al respecto el obispo de San Bernardo explicó “que estamos en una situación especial, y por lo mismo no podemos apegarnos a lo que es ordinario, precisamente porque se trata de algo extraordinario”.
Consultado acerca de algún protocolo para la administración de sacramentos en este contexto, González explica que “se trata de un tema teológico. Los medios ordinarios por los cuales nos llega la gracia divina son los siete sacramentos; es decir, el auxilio gratuito de Dios que nos permite vivir en coherencia con sus exigencias. Pero hay medios extraordinarios, en especial cuando una persona de buena fe no pude acceder a los sacramentos. Allí está la oración, el servicio a los demás, los pequeños sacrificios, el trabajo ofrecido a Dios, etc. La fuerza de Dios nunca deja de llegar, a menos que uno la rechace. Dios nunca amarra las manos en su amor a nosotros”.
Sobre si la asistencia a la misa dominical sigue siendo obligatoria en esta situación, el también administrador apostólico de Rancagua señala que “hay en la Iglesia una institución muy sabia y que mira el bien de las personas: la dispensa. Es decir, que se puede relajar -no exigir en casos concretos- el cumplimiento de las normas que no son de derecho divino. Hay muchas razones por las que una persona no queda obligada: edad, enfermedad, trabajo, lejanía, peligro de contagio en epidemia, cuidado de terceros impostergable, casos de guerra. Cuando hay una justa causa, la autoridad puede dispensar la asistencia, como en el caso actual”.
De la participación de “la comunión espiritual” a través de las celebraciones a través de las redes sociales y medios de comunicación, el pastor señala que si bien no es lo mismo “resulta la manera más adecuada de unirse a Cristo y a los demás. Hemos descubierto de un momento a otro la enorme fuerza de las redes, y eso es un aprendizaje que quedará. La comunión espiritual o de deseo es una costumbre antiquísima, especial para situaciones como la actual: es una expresión de corazón que expresa el deseo de recibir al Señor cuando no se puede”.
Consultado sobre la unción de los enfermos cuando hay peligro de contagio, el obiso González explicó que “estamos en un momento especial en este aspecto. Tenemos unas normas concretas de cómo hacerlo, y los sacerdotes las conocen. Tomando todos los resguardos, no hay inconveniente alguno. Incluso estamos tramitando los permisos con las autoridades, para los casos de cuarentenas o toque de queda”, agregando que “cuando hay imposibilidad física, como ahora ocurre en algunas partes, tal como explicó en Papa, una persona pide perdón a Dios directamente y si está arrepentido, queda perdonado”.
En el caso de necesidad urgente que una guagua reciba el Bautismo, monseñor González recomienda: “Como es un sacramento siempre necesario, si no hay un ministro habilitado y hay peligro de muerte, puede bautizar cualquier persona, derramando tres veces agua sobre su cuerpo -si es posible, la cabeza- y diciendo ´yo te bautizo en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo´. Luego, hay que avisar al párroco para que quede registro y se complete la liturgia del sacramento”.
Finalizando la entrevista, el obispo miembro del Comité Permanente de la CECh, expresó su cercanía ante quienes han perdido familiares a causa del Covid-19 y no han podido asistir a sus funerales: “Todos sentimos gran pena por esas situaciones. Quizás el Señor quiere enseñarnos a vivir desprendidos de todo, incluso de esos momentos tan íntimos y esenciales”, agregando: “Algo muy misterioso está ensañándonos el Buen Dios. Nosotros queremos poder leer los ´signos de los tiempos´, y eso requiere purificar nuestra vida y aclarar la mirada. A cada uno nos habla distinto. Creo que muchos han mirado al cielo en estas semanas, pero hay que pedir las luces de Dios para poder leer sus mensajes. Decían, hace unos meses, que Chile cambió, y ahora todos nos atrevemos a decir que el mundo cambió. Yo tengo una gran esperanza. Invito a todos a seguir por la TV y las redes las liturgias de la Semana Santa”.
Fuente: El Mercurio – Comunicaciones CECh
CECh, 05-04-2020